El Chivato

In memoriam Patrice Chéreau

A todos nos sorprendió su muerte, parecía eterno. Un semidiós de la escena, un portento del teatro, un gladiador de la cámara. Hizo de todo, cine, teatro, ópera, recitales, y en todo fue magnífico. Era tan buena la función, tan rico el personaje que no creímos que pudiera terminar. Pero cayó el telón el lunes 7 de octubre, calló el personaje que tenía 68 años y todos nos quedamos atónitos, sin saber si aplaudir o lamentarnos.

Yo voy a recordar a Patrice Chéreau vivo, en los momentos de teatro que pude presenciar de su obra. Es una crónica personal, los datos generales de su vida y obra no es difícil encontrarlos.

En el teatro des Amandiers (1983)

Estamos a la espera del inicio de Les Paravents (Los Biombos) de Jean Genet que dirige Chéreau. Actúan María Casares, y el enano David Bennent, entre otros. Para mí es un momento grave: encuentro con la obra de Genet, con la actuación de la Casares, con la puesta en escena de Chéreau… Pero la sala del teatro des Amandiers en Nanterre (cercanías de París) está semivacío. Extraño, pero la obra de Genet no tiene olor de santidad, es reputada por antifrancesa e incomprensible, representa un reto. Y al público no le gusta el riesgo.

La obra comienza y es una revelación. La Casares, que trabajó en el escandaloso estreno en el Odeón, está espléndida, mejor que nunca en el papel de la madre. Otra con sangre de inmortal. El colonialismo aparece como lo que es: una farsa grotesca que deshumaniza, una organización demoledora, el colmo del parasitismo. Los Biombos son los que esconden las ruinas humanas, la devastación general, la hipocresía bienpensante. Patrice Chéreau aparece ante mis ojos como lo que siempre fue, un excelente director de actores y un revelador de la intimidad de las obras. Gracias a su puesta en escena de Los Biombos, la difícil pieza de Genet es consecuente, lúcida, necesaria.

Festival de Aviñón, 1986

Con el ejercicio escénico de Platonov de Chejov, Chéreau consolida su inmenso talento para dirigir actores. Se presenta en una escena secundaria del festival que por supuesto está llena a reventar.

Todos los participantes en esta experiencia son jóvenes que salen de la escuela de actuación que fundó en el Teatro des Amandiers. Todos tienen un nuevo estilo de interpretación que no se conocía en Francia, con comediantes tan dados a recitar, a gritar, acartonados y ficticios. En la técnica de Chéreau son precisos, íntimos, reales. La puesta en escena, completamente desnuda está basada en el trabajo del actor y en una de las obras más difíciles de Chejov por lo esquemático. Los actores de Chéreau conmueven, emocionan, alteran. Es un trabajo de vientre y coraje, que se convertirá en una película: Hotel de France.

Hamlet 1988

Hay expectación en el gran Patio de Honor del Palacio papal de Aviñón, la gran vitrina del Festival, ante el anuncio de Hamlet, la obra más representada de Shakespeare, puesta en escena de Patrice Chéreau. ¿Qué va a hacer Chéreau con este clásico? ¿Qué nos va a ofrecer, que sea algo más? ¿Cómo va a resolver el enigma de este inmenso escenario, que sublima o hunde a una obra? La entrada al Patio ya es un impacto, piso entarimado dividido en diferentes niveles, manejados con poleas que se acomodan a las escenas. Muros de piedra de un palacio en plena decadencia, la piedra ancestral del Patio. La actuación de un gran profesional como Gérard Desarthe asegura el lado la calidad de la interpretación.

En mi recuerdo hay dos momentos inolvidables: La parición del fantasma del padre de Hamlet montado en un caballo blanco cuyos golpes en la madera aún resuenan en mi memoria, y la aparición del grupo de actores, tan caros a Hamlet-Shakespeare-Chéreau en donde el director hizo un homenaje al teatro y sus posibilidades de verdad en la ficción, que no la mentira.

Hombre de escena, hombre de teatro

Es cierto, Chéreau realizó películas de éxito. No obstante demostró lo que a muchos cineastas inquieta: que hay una parte teatral en toda ficción cinematográfica. Para Chéreau la cámara son los ojos del espectador, y nos lleva a la intensidad intimidad del drama, del teatro de la vida. Fue su virtud y su defecto, pues en mi opinión Chéreau nunca dejó de ser un hombre de teatro, a pesar de sus diferentes actividades.

También el hecho de que ahora consideremos a Bernard-Marie Koltès como un dramaturgo importante de nuestra época es debido al impulso que Chéreau le dio a su obra con sus inteligentes puestas en escena. Él supo confiar y difundir a un autor joven. De seguro que la obra de Koltès habría terminado por imponerse, pero le hubiera tomado más tiempo sin Chéreau. Y si Koltès no hubiera muerto tan joven, de seguro el binomio hubiera seguido funcionando durante más tiempo.

Chéreau el personaje

Tratar con Patrice Chéreau no era fácil. Siempre inquieto, siempre hacia delante, con mil ideas crujientes en su cabeza, su trato podía ser terso y tajante, como el de una navaja afilada. Pero supo trabajar desde joven en diferentes ámbitos, le gustaba ir a España, trabajó con éxito en Alemania, se ganó el respeto de los ingleses (esos monstruos de la escena). En fin, era un hombre de teatro europeo, como esperamos que sea el teatro, con raíces pero sin fronteras, fincado en su ámbito sin olvidar que la escena es única, la misma en un arrabalero tablado o en un Teatro Nacional. Y Patrice, te recordamos pues la colmena sigue trabajando.

Enrique Atonal, 8 de octubre de 2013

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