Entrevistas

Iñigo Santacana: «Juicio al extranjero’ es una obra que constantemente te hace enfrentarte a tus propios prejuicios»

InDubio Teatro presenta su pieza participativa en Agoitz, dentro del nuevo Festival LEB

El lunes 4 de diciembre, a las 17:00 h, el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Aoiz, una pequeña localidad navarra a las puertas del Pirineo, acogerá un juicio. Se juzgará por asesinato al señor Mersol, el protagonista de la novela ‘El extranjero‘ de Albert Camus, y el público asistente será quien emita el veredicto. Es la propuesta de InDubio TeatroBarandi Producciones (Donostia/Madrid), una de las compañías invitadas a participar en la primera edición del Festival de Nuevos Lenguajes Escénicos LEB, que está teniendo lugar esta semana en Aoiz/Agoitz, con el objetivo de llevar la vanguardia escénica a las zonas rurales. Hablamos con Iñigo Santacana, director y dramaturgo de ‘Juicio al extranjero’ y miembro de InDubio Teatro.

¿Qué se van a encontrar los espectadores que se acerquen a vuestra función en Agoitz?

Los espectadores, se van a encontrar sumergidos en una vista judicial al señor Mersol, protagonista de la novela ‘El extranjero’ de Albert Camus. Y dentro de dicha vista, los espectadores tendrán la posibilidad de participar de manera activa o de únicamente presenciar el juicio. Aquellas personas que decidan participar de manera activa asumirán los roles o personajes que intervendrán en el juicio: Juez, fiscal, defensa, testigos, jurado popular e incluso, el propio acusado. Y una vez asuman dichos roles, se iniciará la vista judicial. ¿El acto cometido por el señor Mersol es un asesinato premeditado o un desafortunado accidente? La sentencia del público se decidirá en el salón de plenos de Aoiz.

¿Cuántas funciones lleváis de esta obra?

Llevamos un total de 37 funciones con un marcador de 22 funciones donde el veredicto ha sido en favor de la premeditación y 15 a favor de la accidentalidad. Nos encontramos actualmente en gira nacional.

Si no hay una función igual a otra, en el caso de este montaje, muchísimo más. Tendréis muchas anécdotas…

Pues sí, la verdad. Es fascinante ver cómo cada persona asume un rol y decide ejecutarlo. Te llevas muchísimas sorpresas. Es una obra que constantemente te hace enfrentarte a tus propios prejuicios ya que, sin querer, al ver tantas funciones intentas intuir a la persona que le ha tocado el rol más o menos por donde va a tirar y la verdad que, si algo puedo asegurar, es que la gente te sorprende constantemente. La persona que parecía pacífica o comprensiva se convierte en la persona más intransigente de la sala, el boicoteador de repente asume el rol con muchísima entrega y responsabilidad… Es de lo más interesante de la propuesta, sin duda.

Es un montaje de mucho riesgo. ¿Cómo lo vive la compañía?

Pues cada vez confiando más en el dispositivo porque la obra ya está muy rodada y se ha enfrentado a muchísimas variables y a muy diversos públicos. Pero aun así, los nervios al inicio de cada representación son prácticamente como si estuvieras estrenando la obra cada vez.

¿Cómo se toma el público tener que tomar parte activamente?

Pues lo bueno es que al principio de la obra, damos la opción a todos los espectadores a decidir si quieren participar o no por lo que nadie se ve obligado a hacerlo. Y una vez deciden participar, la verdad es que se nota que el público tiene muchas ganas de dar su opinión y aportar su granito de arena en la propuesta. Y al finalizar la obra, muchas personas del público que no han querido participar, se nos acercan y nos dicen que, después de haber visto su desarrollo, hubieran participado sin dudar.

Camus escribió ‘El extranjero’ en 1942. ¿Qué vigencia tiene esa obra hoy en día?

Para mí, la vigencia de la novela es indiscutible. Se trata de un clásico de la literatura universal que nos habla de un existencialismo y una perspectiva vital cada día más presente en las nuevas generaciones. De todas formas, la tesis de nuestra propuesta se distancia un poco de la novela de Camus. Abarcar todo lo que expone la novela en una obra de teatro es impensable. En lo que nosotros nos hemos querido centrar principalmente es en la siguiente reflexión: ¿En base a qué etiquetamos a las personas? ¿Cuánta atención le prestamos a los hechos de un caso en cuestión o en cambio nos dejamos llevar más por nuestra intuición? ¿Tenemos en cuenta la presunción de inocencia? Esas son las preguntas que nos hacemos a la hora de realizar esta propuesta y para ello pensamos que el caso y el personaje que plantea ‘El extranjero‘ de Camus son idóneos.

«El festival LEB es una iniciativa increíblemente valiente y arriesgada, que se ha sacado adelante con un trabajo inconmensurable»

¿Qué os parece el LEB y cómo valoráis esta iniciativa?

Me parece una iniciativa increíblemente valiente, arriesgada y con un trabajo detrás para poder sacarlo adelante, partiendo desde cero, inconmensurable. No me puedo imaginar la dificultad que tiene que ser sacar adelante un festival de estas dimensiones que apuesta por esta línea tan concreta de programación. Solo puedo dar las gracias a Asier Andueza y a todo su maravilloso equipo por contar con nosotros para esta primera edición y desearles una larga vida y muchos éxitos. Aunque el mayor, ya lo han conseguido que es poder sacar esta primera edición adelante.

¿Os sentís parte de la vanguardia escénica?

No. Tampoco es una cuestión que me plantee jamás, la verdad. Lo único que sé es que nuestro propósito es llevar nuevos formatos escénicos al público general y no a una élite cultural.

¿Notáis un cambio de nuevas tendencias y grupos que arriesguen en el teatro vasco actual?

Noto que sí que hay un cambio de tendencia en ciertas compañías emergentes que están intentando arriesgar en el teatro vasco y proponer nuevos formatos, nuevas temáticas y propuestas estéticas. Pero me parece que pocos teatros están dispuestos a aceptar ese riesgo. Y claro, eso me parece que repercute muy negativamente en la búsqueda de estas tendencias, ya que no están siendo asimiladas por los teatros y por ende, por el público general. Yo pediría un poco más de riesgo en las programaciones y apostar por nuevas tendencias sin que eso signifique erradicar las establecidas.

En el teatro vasco hay compañías emergentes que arriesgan con nuevos formatos, temas y propuestas estéticas. Pero pocos programadores están dispuestos a aceptar ese riesgo

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