Críticas de espectáculos

La Favorita. Teatro Real.

LA FAVORITE
Ópera en cuatro actos
Gaetano Donizetti (1797 – 1848)
Director Musical: Roberto Rizzi Brignoli
Director de Escena: Ariel García Valdés
Intérpretes: Manuel Lanza, Dolora Zajick, Susana Cordón, Raúl Giménez, Stefano Palatchi y Antonio Gandía, entre otros.

Una ópera de luces y sombras

Imposible no recordar un 19 de noviembre de 1850, fecha en la que el Teatro Real alzaba su telón inaugural con “La Favorita”. Eso sí, hemos de precisar. En aquella ocasión la partitura que estrenaba el magno coliseo era la versión Italiana. Hoy escuchamos, mientras nos trasladamos a una figurada edad media, la versión que, originariamente, concibió Gaetano Donizetti. Partitura escrita en francés, impregnada de un romanticismo refinado, de un marcado dramatismo que alcanza su cénit en el cuarto acto.
Estrenada en la Ópera de París, el 12 de diciembre de 1840, fue oscurecida e injustamente tratada a causa de “la dictadura de la tradición” que oficializó la ulterior revisión italiana, sometida a su vez a otras modificaciones que casi imposibilitaron la reciente recuperación de la partitura original.
En Donizetti hallamos a una de las figuras esenciales de la lírica italiana que, con Rossini y Bellini, elaborará las bases sobre las que surgirá el drama Verdiano. Al respecto, señalar que en esta ópera el papel protagonista está escrito para una mezzosoprano, lo que nos dice mucho de su personalidad. Este autor demostró una infalible intuición para elaborar una escritura capaz de extraer de la voz humana las más bellas notas, arropadas por infinitos alardes técnicos y ornamentos que integran un capítulo fundamental del virtuosismo que sólo voces con una gran técnica y perfección logran llevarlo a efecto.
Un inmejorable reparto encabezado por Dolora Zajick, Raúl Giménez y Manuel Lanza nos devuelve la época medieval reflejada en la partitura del autor italiano que ha dirigido Roberto Rizzi. Monasterios, palacios, valles españoles son imaginativamente representados por un inmenso Tótem pétreo de 10 metros de alto por 13 de ancho, que constituye el eje central sobre el que gira una puesta en escena ideada por Ariel García Valdés, en la que una genial dualidad cromática marcará el hilo argumental de la obra.
Existe un porqué en la ubicación histórica del libreto situado en la contemporaneidad francesa de Donizetti. Éste supuso una vuelta a la negatividad tradicional de una religión y una autoridad mal e interesadamente entendida. Por esto, García Valdés ha respetado el reflejo medieval que late en los colores apagados, en las sombras elocuentes, en los contrastes tan exquisitamente tratados que no sólo influirán en una puesta en escena oscura y sombría. La misma partitura vestida de cuerdas nos regalará una melódica sonoridad que junto a sus silencios la encumbran y configuran como una creación extraordinaria. El director escénico calificó esta ópera como “de sombras y luces” y así es. La ausencia de color, nos dice mucho más, en ocasiones, que el propio libreto: -El vacío que, poco a poco, irá llenando el escenario de una soledad austera, mientras Zajick-Leonor y Lanza-Alfonso XI interpretan, separadamente unidos, su último dúo de un amor desesperanzado.
El majestuoso y “claroscuro” recibimiento de la corte a Fernando recién casado con la favorita del rey.
El inquietante y a un tiempo cálido gris que sucumbirá ante una Dolora Zajick espléndida en uno de los soberbios momentos de esta pieza clave del bel canto; decidida a abandonar para siempre la doble vida que ensombrece su presente.
Y el oscuro silencio, en el último cuadro. Dúo de Fernando y Leonor. Ella agonizante, suplicante, rendida, abandonada, desesperanzada. A sus pies una orquesta que llora el triste final de La Favorita.-
“El director escénico en una ópera, ha de hacer un ejercicio de humildad. Sobre todo en las obras escritas por y para unas voces que han de ser excepcionales.” Ejercicio que ha realizado en este caso Ariel García Valdés con un excelente reparto que ha vivido cada momento con suma intensidad. El papel de una mezzosoprano ha de ser valiente y decidida, sensible y delicada, luchadora y osada. Dolora Zajick es una Leonor de primera categoría. Un gran papel, a su medida, con el que ha dotado el escenario de la claridad de la que escénicamente ha carecido.
La única escena donde el color, la vida y el optimismo abraza el presente de Leonor o del Novicio Fernando es en el segundo acto, cuando éste sale del seminario en busca del amor. Acabada ésta, el color gris, el negro, el azul desesperanzado acompañarán poéticamente las maravillosas arias, los bellísimos dúos que interpretan Dolora Zajick como Leonor, Manuel Lanza en el rol de Alfonso XI o Raúl Giménez en la piel del novicio enamorado. Barcelona no tuvo la oportunidad de ver sobre el escenario del Liceo esta versión. La original. Hemos de felicitarnos. Una vez más, de lo bueno el Teatro Real nos ofrece lo mejor.

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