Puente de Brooklyn

La semilla

El arte que se esconde en las coincidencias o el arte de poder percibirlas, eso me tiene inquieto estos días.

El arte de poder reconocer esos eventos que pasan delante de nosotros y nos anuncian por donde debemos seguir, nos describen lo que somos y nos revelan información válida para nuestra vida como creadores. Como vividores del tiempo.

Recuerdo un tiempo lleno de coincidencias donde todo punto de inicio me llevaba a algo, a otro punto más excitante aún si cabía, a otros personajes que me abrían otras puertas las cuales me llevaban a otros lugares, y estos me hacían sentir que la realidad en la que vivimos puede alcanzar otras dimensiones, hacernos observarnos a nosotros mismos para acabar siendo lo que somos, y poder contarlo.

Mientras escribo estas líneas en un bar, una chica le dice a su chico:

«I love you but I’m not in love with you».

Yo esto lo traduzco como: «Te quiero pero no estoy enamorada de ti».

En inglés suena como un juego de palabras y puede llevar a confusión. En español está bastante claro: «Te quiero» (léase: como amigo), «pero no estoy enamorada de ti»,(léase como: no vamos a estar juntos como pareja, esto se ha terminado, o similares…).

Lo que somos es algo que no sabemos muy bien. Pero al final todo encaja y esta vida se mueve en un plano circular. Las coincidencias son, de alguna manera, una forma de estar fuera de la realidad. Estar tan fuera que nos metemos hacia dentro como las olas del mar. Como un efecto centrífugo que te absorbe hacia ti mismo.

En medio de esa montonera elegimos que cosas son coincidencias y que cosas no.

Yo en este caso elijo que la conversación de la pareja no me vale para mi próximo proyecto.

La parte creativa de mi cerebro decide no archivarlo.

Elegimos en base a lo que deseamos, a lo que necesitamos y en base a eso también podemos crear cosas. Crear a través del arte de las coincidencias.

Construir historias y contarlas en forma de canción, cuadro, espectáculo, novela, etc…todo eso que el ser humano hace para expresarse. Para sacar afuera los monstruos o reivindicar ideas políticas.

Pero para crear todo eso hace falta una semilla, algo que brilla en medio de la cotidianidad y que ves claramente en frente de ti como: la idea.

Una pequeña semilla basta para atraer la atención de un desconocido a través de tu historia. Un ápice de fuerza, un punto de intensidad, un momento de luz que te atrapa y que te hace ver que ahí hay algo diferente y que te engancha.

Se puede tratar de algo anecdótico, casual o muy filosófico; pero también vale algo banal o un resquicio fugaz que pasa y no te deja indiferente.

Una actriz contaba el otro día de donde surgía la idea de su próxima película. En sus palabras algo me hacía sentir: ¡qué fácil es contar historias! Qué es fácil hacer sentir al otro cosas que están ahí pero que necesitan una semilla lanzadera que las haga sacar con fuerza y de forma inesperada.

La madre del director le había contado una experiencia:

«Su marido había fallecido años atrás. Ella estaba en un museo y un hombre se cruzó en medio de la sala. Se quedo paralizada al darse cuenta de que este señor era exactamente igual que su marido, el cual había muerto hacía diez años. Vio a este hombre y se vio invadida por un sentimiento extraño de confortabilidad que le hacía sentirse feliz. Sentía como si el hubiera vuelto….».

El director pensaba en eso constantemente y tenía sueños sobre ese momento de reencuentro entre la vida y la muerte. Un día decidió escribir una historia con esa semilla y esa experiencia que su madre le había contado. A través de la semilla dejar correr la imaginación y construir un infinito mundo de posibilidades.

Cuando quiero crear algo nuevo me gusta plantearme un tema que conecte mucho conmigo en ese momento. Una idea, un pensamiento, una semilla de lo que soy en el ahora.

Es una cuestión de decidir y escoger esa semilla que pueda dar salida a una historia. Imaginar los eventos consecuentes de esa idea y aprovechar las posibles coincidencias que puedan surgir.

El arte se esconde en las coincidencias, en las cosas que nos pasan y en las cosas que queremos.

Si hay algo en tu historia que verdaderamente resuena dentro de ti habrá un eco en el espectador.

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