El Chivato

LA TOMA DE POSESIÓN DE LULA COMO CULTURA

Reproducimos íntegramente un mensaje de Augusto Boal con propuestas para crear nuevos espacios para la Cultura.
El mismo día en que fue proclamado Presidente Electo, Lula anunció su programa económico prioritario: acabar con el hambre de cincuenta millones de brasileños; y su primera iniciativa internacional: extenderles la mano a los argentinos. No anunció pequeñas opciones microeconómicas o diplomáticas, sino la transformación radical de la manera de gobernar –la inversión de prioridades y una nueva Ética, sin zonas grises: llamar a las cosas por su nombre. Anunció que un Brasil nuevo comenzaba a inventarse: es necesario imaginarlo para construirlo.
Lula no prometió ligeras reformas, gasa y tela adhesiva, sino una revolución copernicana: reubicar nuestro país, dentro y fuera de sus fronteras. Y lo que vale para la Política Internacional y para la Economía, por una cuestión de coherencia, vale para la Cultura.
Tenemos que abandonar de una vez por todas la idea de la existencia de una Cultura celestial, flotante, y adoptar decididamente la idea de que la Cultura es el ser humano vivo, en todas sus actividades. Todo el mundo tiene Cultura. No debemos referirnos al Acceso a la Cultura, como si ésta fuese producida por dioses, en Olimpos inalcanzables. Como si cada brasileño fuera una página blanca sobre la cual se estampase la Cultura, como caída del cielo.
Tenemos que afirmar que, cuando respiran, cuando trabajan, cuando aman, todos los seres humanos producen Cultura, aun cuando ésta es aplastada por otras –las culturas dueñas de los medios de comunicación-, aun cuando no se transforma en objetos de comercio.
La elección de Lula fue única: jamás se ha visto una fiesta popular tan sincera, una esperanza tan exaltada, no constituida de expectativa paralizante, sino de pasión creadora: el comienzo de la realización del deseo, de la esperanza impaciente.
¡La asunción del Presidente Lula no podrá reducirse a los rituales de rutina, y tan solamente batir récords numéricos: uno, dos, tres o cincuenta y tres millones de personas más en la Plaza de los Tres Poderes! No puede ser tan sólo cantidad: debe ser también calidad.
Lula no será un presidente secuencial: será el comienzo del Redescubrimiento. Su toma de posesión no podrá reducirse a una obediente ceremonia protocolar en Brasilia, sino que deberá medir, milímetro a milímetro, los ocho millones y medio de kilómetros cuadrados a lo largo y ancho de Brasil, multiplicado por ciento setenta y cinco millones… de altivez.
El día de la asunción debemos decretar la prorrogación de la Primavera por cuatro años ininterrumpidos. En todas las ciudades y en cada pueblo, cada uno de nosotros deberá dar vida a su Imagen del Sueño. El Proyecto Cultural del Gobierno de Lula debe resplandecer desde el primero día, ¡desde la toma de posesión!
Lula disertó contra el hambre y a favor de la solidaridad de los oprimidos: debemos transformar en arte sus palabras. Tenemos que estetizarlas. Estetizar significa transmitir a través de los sentidos y no solamente a través de la razón. Lula dijo palabras: debemos hacer que éstas sean palabras sólidas, palpables y pellizcables. Tenemos que teatralizarlas, pintarlas, esculpirlas, cantarlas, volverlas concretas, fotografiables, filmables.
¿Cómo hacerlo? ¡Muy simple!
Primero: en todas las plazas de todos los pueblos del país entero, vamos a realizar Ferias Culturales, con las cuales, desde la mañana, bien temprano, y hasta antes de que la noche acabe -¡desde la primera luz!- vamos a despertar al sol con orquestas, bandas y murgas; pintores y escultores; artistas de circo y de teatro, bordadoras, poetas y trovadores, coros y solistas –al aire libre, en callejuelas y descampados, todos en sincronía, en las ciudades y en los campos, todos nosotros, en todas partes, vamos a mostrar nuestro arte. ¡Vamos a saludar el día!
Segundo: en plazas y calles, el pueblo debe instalar mesas improvisadas, con manteles limpios y lindos -aunque sean de papel de embalaje, bordados con tijeras y lápices de colores- a los cuales se deberá llevar pan y comida, y dividirlos con amor.
Tercero: y esto es importantísimo – ¡todos deben estar comiendo en la hora de la toma de posesión del Presidente Lula! En el acto del juramento, cuando él diga – “Juro!” – todos, en todo el país, todos al mismo tiempo, debemos levar a muestra boca el alimento, y masticar con bravura, pues Lula jura acabar con el hambre: ¡juremos juntos, comiendo, juremos el mismo juramento! El brindis a la salud de su gobierno debe ser masticado con ganas y con verdad. Debemos ser compañeros –comer el mismo pan colectivo. Con nuestra mano abierta, ofrecerle comida al prójimo.
Cuarto: la población debe dar aquello que tenga fuera de uso en sus casas y que pueda serle útil a otros: zapatos, ropas, muebles, espejos, ollas, libros, cuadros, guitarras, trastos viejos, cualquier objeto que sirva para algo debe salir del armario, ¡debe salir a la luz. ¡Hay que dar y recibir!
Quinto: para las Ferias, debe invitarse a las comunidades extranjeras que viven en Brasil, para que traigan sus bailes, sus músicas, sus comidas –vamos a dialogar.
Sexto: tras la asunción, en calles y plazas, serán practicados todos los deportes; ping pong, juegos de pelota, bolitas, elástico, malabarismo, voley, basquet, lucha romana y griega, carreras, gimnasia, trapecios… Todo es Cultura.
Séptimo: en una tribuna visible, los ciudadanos tendrán derecho a tres minutos para hablar y hacer propuestas de gobierno, que deberán tomarse muy en serio en las Cámaras, deberán ser analizadas y votadas. En serio, ¡que con la ley no se juega!
Mientras dura la fiesta en Brasilia, Brasil vive la alegría. Luego vamos a dormir más temprano: el Día de la Toma de Posesión será el preanuncio y la muestra del Mandato Popular -será proclamado el Día da Cultura.
Estamos soñando, es verdad, y nuestro sueño es sueño. Pero, si hoy soñamos, es porque ahora tenemos derecho a soñar el sueño verdadero: soñar ahora no está prohibido: soñar es posible. Soñar… no es un sueño.
¡Soñemos!
Traducción al castellano: Damian Kraus –
São Paulo, 16 de noviembre de 2002

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