Críticas de espectáculos

Líbrate de las cosas hermosas que te deseo/María Velasco

El mundo en Lavapiés

Los jóvenes del «mayo del 68», el mundo hippy, las escapadas al Sahara para apoyar al Polisario, solidarizaciones ecológicas, pacifistas, ocupas, antisistemas, la juventud burguesa ha tenido sus escapes altruistas en asociaciones más o menos independientes. En cierto modo, estas salidas de entrega a los demás no han sido más que válvulas de descompresión por el justificado deseo de rebeldía que da la edad y que se idealiza con las ansias de libertad.

En los tiempos que llevamos, la aventura de encontrar trabajo, salidas laborales y masters de formación catalizan buena parte de las energías de los jóvenes. No obstante, siempre hay alguien como «M», el personajes central de «Líbrate de las cosas hermosas que te deseo» que aún posee el romanticismo suficiente –que nunca muere ni pasará de moda– para lanzarse a descubrir África y las razones por las que esas gentes se juegan la vida para alcanzar cualquier pedrusco europeo.

María Velasco ha escrito un texto romántico en el sentido idealista del personaje, pero también un texto de tesis en el sentido intelectual. En «Líbrate de las cosas hermosas que te deseo», la autora se pone en la piel de una joven burguesa que, contra todos los reproches familiares, pretende llegar a África en un viaje inverso al que día a día aventuran los africanos para asaltan las miserias europeas. No lo logra, pero descubre que África está más cerca de lo que creemos; África está en el barrio madrileño de Lavapiés.

Con esta propuesta, la obra funciona a modo de épica aventura urbana en la que el personaje realiza una especie de investigación antropológica del barrio madrileño que, a su vez, constituye todo un universo de categorías, miserias y marginalidad. Lo particular se convierte en universal y viceversa. El negro con estudios universitarios, conociendo varios idiomas, libre en todos los sentidos aunque con un concepto familiar peculiar que ha dejado varios hijos en Dakar; y la jovencita española, llena de desparpajo, autosuficiencia y promiscua hasta la saciedad. Es decir, dos personajes antagónicos que se desconocen y que quieren venir a representar el enfrentamiento de civilizaciones, aunque esto último sea mucho suponer.

La obra, aún reconociendo su excelente escritura en cuanto al discurso moderno, no me sugiere mucho más. Incluso se puede decir que la propuesta antropológica que pudiera dar mucho juego no pasa de superficial; o quizá sea que la obsesión sexual de la protagonista ahogue otro tipo de análisis de mayor interés.

Jorge Sánchez ha dirigido el montaje con inteligencia y habilidad para solventar un discurso repetitivo. De una parte, permite la narración épica con el modo expositivo de conferencia ilustrada con proyecciones, pequeños juegos escénicos y algún que otro juego metateatral. De otra parte, la puesta en escena se mantiene ágil, con cambios de ritmo que nacen de salir y entrar en cada acción y narración.

El grupo de músicos brilla con luz propia no solo por la versatilidad instrumental, sino por las acertadas intervenciones que subrayan cada acción. La agrupación juega como músicos callejeros y en ocasiones como una extraordinaria agrupación de cámara.

Con todo, el espectáculo transmite excelencia tanto por su concepción global como por la metodología y medios escénicos. Quizá sea necesario corregir ciertos tonillos en la parte interpretativa, pero eso es cuestión de oído. En cualquier caso, el espectáculo presenta un discurso bien armado, una exposición resuelta con lucidez, y transmite sinceridad.

Manuel Sesma Sanz

Espectáculo: Líbrate de las cosas hermosas que te deseo – Autora: María Velasco – Intérpretes: Marte Cuenca, Babou Cham, Roberto Iglesias y Sauce Ena – Músicos: Ricardo Tejero, Wafir Gibril y Vicente Molino – Creación audiovisual: Majo Moreno – Iluminación, puesta en escena y dirección: Jorge Sánchez – Compañía: La Cantera, exploraciones teatrales – Sala Cuarta Pared de Madrid, hasta el día 14 de marzo.

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