Reportajes y crónicas

Los autores teatrales protagonizan la segunda jornada del Foro de Debate sobre el teatro del siglo XXI

El Foro de Debate Internacional Cruce de escenas. Iberoamérica ante el teatro del siglo XXI -organizado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), y que reúne en Las Palmas de Gran Canaria durante cinco días a medio centenar de profesionales para dilucidar las claves que definirán al teatro en las próximas décadas-, ha dedicado la jornada de hoy analizar la escritura dramática en el siglo XXI. El dramaturgo Jerónimo López Monzó quiso, en nombre de todos los presentes, dedicar la jornada de hoy al autor teatral José Antonio Rial fallecido hace pocos días en Venezuela a los 94 años. Nacido en Cádiz, pasó gran parte de su vida en las Islas Canarias (su padre era farero en el islote de El Lobo) y trabajo) hasta que tuvo que exiliarse, tras la Guerra Civil a Venezuela. A sus espaldas deja un fructífero y valioso legado.

 

El objetivo de la mesa redonda de hoy –en la que han participado los españoles Josep María Benet i Jornet, Inma Correa y Javier Yagüe; los argentinos Eduardo Rovner y Fernando Rubio; el brasileño Caio César de Andrade y el mexicano Jaime Chabaud- hay sido analizar los lenguajes que los autores asumen de distintos modos bajo la influencia de otras formas de dramaticidad (cine, televisión, radio). Éstos se sirven de diferentes procesos de ediciones, desde la letra impresa a la biblioteca virtual. A pesar de los pronósticos sobre la futura desaparición del libro, el teatro pervive en ellos como propuesta para ser representada.

 

Y así lo demostró Josep Maria Benet i Jornet que aunque se confesó adicto a la “escritura tradicional del autor que trabaja solo en su casa”, frente a la improvisación colectiva tan en boga a partir de los años 70, no considera “que la escritura dramática tenga que ser necesariamente el elemento fundamental para hacer buen teatro. Existen otras formas para hacer productor maravillosos que, a veces, no necesitan textos dramáticos”. Pese a ello, Benet manifestó su preferencia por los textos de autor “escritos en la soledad y la autorreflexión porque poseen una riqueza, una ambición y una complejidad que es más difícil de encontrar en la improvisación colectiva”. En cuanto a la inspiración, aseguró creer en ella “siempre que se defina como ese medio minuto en el que una imagen te agarra y no sabes por qué. Preguntar a esa imagen por qué te ha impresionado y averiguar si esas respuestas se pueden universalizar son el mejor sistema para poder desarrollar un argumento”.

El brasileño Caio César de Andrade habló de cómo estuvo compaginando durante muchos años el teatro con el periodismo y de su inquietud para que los adolescentes de su país tuvieran acceso a la Historia que les estaba hurtando la dictadura de una manera ajena y sugerente. De Andrade manifestó también su satisfacción por las grandes posibilidades que ofrece Internet como vehículo de intercambio de propuestas e ideas.

La escritora y actriz canaria Irma Correa se preguntó si verdaderamente se puede hablar de una nueva forma de escribir teatro cuando en realidad “el dramaturgo utiliza las palabras como herramientas. Somos artesanos de la palabra. Utilizamos la palabra para contar historias y nada ha cambiado en este aspecto desde hace muchos siglos”. Correa habló también de sus mecanismos de escritura, de su dramaturgia, a la que ella llega a través de “memoria, preguntas y tiempo. Ese caprichoso burdel que es la memoria delimita la mano con la que escribimos y con la que intentamos responder a unas preguntas que no se pueden sustraer al momento en que se formulan”. Preguntas como qué hace un dramaturgo para elegir escribir de una sola cosa desechando las demás no de todas las demás ¿Siempre da placer escribir teatro? ¿Cómo hace uno para no imitar a los que idolatra? ¿El dramaturgo es un emulador en potencia de sus precedentes? Correa aseguró también que una obra no está terminada hasta que no la representan sus actores y abogó por la total colaboración entre el autor, el director de escena y los actores porque si no se tiene en cuenta alguno de estos factores “se destroza la melodía”.

Jaime Chabaud empezó su reflexión sobre la escritura con una pintoresca descripción del devenir del teatro en México donde aseguró que cada generación se concentra en “aniquilar a la anterior descalificándola hasta el grado del vómito y acusándola de superdecadente”. Así hicieron ellos con la generación anterior del post 68 que había encontrado en el realismo comprometido y de denuncia el único sistema válido de subir una obra a las tablas. “Reaccionamos porque veníamos de amamantarnos con 30 impactos visuales por minuto y constituimos la generación de los que tomaron al asalto la escena con los multirroles dramaturgo-actor-director”. Aunque no renunciaron al realismo y a la denuncia social que siguió subiendo a las tablas revestida de metáfora e ironía “pues sólo puedo escribir desde lo que me duele o me indigna”. Chabaud se mostró favorable a las tecnologías y recordó su obsesión por llegar a conseguir que las imágenes que se proyectaban con un vídeo en sus espectáculos fueran más que un mero artilugio decorativo y se convirtieran en “auténticos sintagmas sin los que la obra no cobra sentido”. Pero ya hay una generación en México que esta “devorando” a la de Chabaud y que, a su vez, está empezando a ser devorada por una nueva. “Ahora existe Internet, han desaparecido los personajes, se ha abolido el conflicto…” ¿Ha sido para mejor? “No necesariamente pues en muchas ocasiones sólo sirve para enmascarar la mediocridad y la falta de interés”.

El dramaturgo argentino Fernando Rubio, que ayer por la tarde presentó en la Casa de Colón la dramaturgia fotográfica Hablar de la memoria, defendió que “el texto dramático puede funcionar en cualquier lugar no sólo en una sala de teatro” mientras que Javier Yagüe, que comparte su papel de escritor con el de director de escena, advirtió de la importancia de saber “reconocer nuestras limitaciones y darle un sitio al otro”. Yagüe habló de su experiencia de autor en la “creación colectiva”reconoció y aseguró que las nuevas tecnologías pueden hacer mucho por la obra de teatro y el espacio escénico. No obstante, mostró también su preocupación por Internet “donde hay un batiburrillo, un reino de la banalidad, en el que además de valiosas aportaciones se encuentra mucho ruido” e hizo un llamamiento para que los usuarios “se conviertan en su propio filtro para no aportar más ruido”.

Eduardo Rovner puso el punto final al primer debate de la mañana con una reflexión sobre su experiencia como escritor partiendo (como Benet i Jornet) de una imagen-inspiración para escribir sus obras “pues las imágenes están menos condicionadas que las ideas”. Rorvner aseguró que los autores tienen que aprender a controlar su vocación “omniscente” de saber y controlarlo todo y contó como él “se reúne” con sus personajes para interrogarles y trabajar con ellos en el desarrollo del argumento. Un argumento que, además, puede significar cosas diferentes en sitios distintos pues al representarla en otro ámbito se puede “revitalizar su significación”.

Marco Antonio de La Parra (Chile), Rafael Fernández (España) y Jerónimo López Mozo (España) fueron los encargados de sintetizar las ponencias de la mañana y de abrir el foro de debate en el que se plantearon numerosas cuestiones sobre el autor teatral y su reto por escribir sobre temas que no estén ya manidos; sobre su relación con los otros agentes que participan en la obra (actor, director de escenas, público…) o sobre cómo se puede llegar a compaginar la escritura con las nuevas formas de expresión y la tecnología: “¿Se pueden llegar a escribir, como yo lo hice, obras sin textos?” (Jerónimo López); “¿La identidad del hecho cultural del teatro es una proyección en el tiempo que va de los autores griegos a nosotros”? “¿Se puede hablar de teatro español sin hablar de Iberoamérica”? “¿Tenemos que darle la bienvenida a los fenómenos neoculturales del teatro aún con el riesgo de que se conviertan en esencialismos tecnológicos?” (Rafael Fernández); “¿Es la escritura un accidente? ¿Se escribe por que no se ha inventado aún un medio audiovisual que pueda reflejar sus matices y la sustituya?” “¿Qué es un buen texto? ¿El teatro se escucha o se ve?” “¿El texto teatral tiene más que ver con la música que con la narración? ¿Construir una obra de teatro es como tejer un tapiz?” “Las dictaduras son teatrales porque son de vida o muerte y subirse a un escenario entraña peligro ¿Lo que le falta al teatro contemporáneo es, precisamente, ese peligro?” “¿Hay espectáculos imposibles de lectura necesaria?” (Marco Antonio de La Parra).

¿Las respuestas? Tantas como personas había en la sala.

Uno de los platos fuertes de este foro, que cuenta con la colaboración del Cabildo de Gran Canaria y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, es la posibilidad de asistir a las cinco representaciones teatrales que se están celebrando en el Teatro Cuyás y la Sala Insular de Teatro, sesiones escénicas que están abiertas a la presencia de los aficionados de la isla. En todos los casos, la entrada para disfrutar de alguno de los grupos de referencia de Iberoamérica, la Península y Canarias es gratuita hasta completar el aforo.

 

 

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