Críticas de espectáculos

Los Monólogos de la Vagina

Entre mujeres y ante hombres
Obra: Los monólogos de la vagina
Autora: Eve Ensler
Intérpretes: Maite Merino e Ione Irazábal
Directora: Antonia García
Teatro Muñoz Seca – Madrid
Que un montaje atesore cinco años de rotundo éxito, ininterrumpido, es la feliz excepción que rentabiliza culturalmente el teatro.
Si además, descubrimos que estamos ante un “peculiar” monólogo, cuyo armazón se asienta en ingeniosos diálogos, acertados estudios y profundos conocimientos, no nos queda más remedio que aceptar un hecho: Consabido el primordial fin del Arte de Talía, los monólogos que Maite Merino e Ione Irazábal han repartido entre Madrid y Barcelona, han de convertirse en un diálogo sin cortapisas, sin censuras, sin delitos y sin tabúes. “Los Monólogos de la Vagina” de Eve Ensler, bajo una apariencia intranscendente, llena de humor, de inteligentes paradojas e hilarantes situaciones, muestra las múltiples realidades que, aún hoy, ha de soportar la mujer. Esclava de una teórica inferioridad, de una eterna insatisfacción, de un impuesto tabú, de un inexistente pecado, de una machista servidumbre y de una, siempre, injusta violación.
“Los Monólogos de la Vagina” concentra en tan sólo una hora y cuarto, las realidades de más de diez mujeres. Las dos actrices, viajan alrededor del mundo, cada tarde, recogiendo el miedo, la vergüenza, la frustración y la felicidad, siempre en su grado máximo; rescatando del asombro, del público la última carcajada o la eterna palabra, atrapada en el adjetivo o la acepción más soez, desaprobadora o grosera.
Si hemos de señalar la sonrisa con la que el público sale del recinto teatral, las carcajadas nerviosas, tímidas, atronadoras que ocupan su lugar ante este espectáculo, de igual manera, y con más énfasis, valoramos el serio matiz que asoma sus ojos, tras los múltiples gemidos simulados, tras las carcajadas abiertas y el maravilloso descubrimiento de la belleza en el lugar eternamente maldito.
La condena de más de un millón de mujeres (Tal vez, me quede corta) por el mero hecho de ser mujer; la violación de la inocencia a manos de un ser que expande su autoridad injustificada por cobardía, prepotencia e ignorancia; el egoísmo del hombre que a lo largo de su historia ha encumbrado esa característica, como el único y último fin de toda relación sexual; el menosprecio, la manipulación, el genocidio de una mujer indefensa, aterrada por su propia feminidad, dispuesta a negarse a sí misma, dispuesta a su eterna invisibilidad.
Maite Merino e Ione Irazábal despliegan sobre el escenario un recital inmenso de registros. En un sencillo y práctico espacio escénico, se hallan a la espera todos los personajes que tomarán la palabra en un espectáculo repleto de calidad.
La luz, será el vehículo a partir del cual viajaremos hacia el interior de todas y cada una de las mujeres que, en la piel de estas dos artistas, nos revelarán sus insatisfacciones, sus traumas y sus tabúes… Hasta llegar a la última revelación, la última verdad, la única. La generosidad, inmensamente femenina.
El puente siempre abierto hacia la vida; hacia el dolor, por la vida; hacia el llanto, por la vida; hacia el sacrificio, por la vida… Ante ello, no hay condena ni tabú que pueda cerrar sus labios… La vida y su generosidad son más fuertes, incluso más fuertes que ella misma.

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