Críticas de espectáculos

Mamá quiero ser famoso/La Cubana

Revista con mensaje
Obra: Mamá quiero ser famoso
Autor: Jordi Milán
Intérpretes: Jaume Baucis, Xavi Tena, Meritxell Huertas, Ota Vallés, Toni Torres, Meritxell Duró, Maria Garrido, entre otros
Composición musical: Joan Vives
Escenografía: Castells Planas, La Cubana
Vestuario: Cristina López
Coreografía: Leo Quintana
Iluminación: Oriol Puig
Dirección: Jordi Milán
Producción: La Cubana
Teatro Arriaga –Bilbao- 16-08-04
«La Cubana» concibe el teatro como un cruce entre dos espacios, el escenario y el público, al que incorporan como parte sustancial del desarrollo de las acciones. Esta participación es uno de sus aciertos, lo mismo que ha sido siempre la mirada ácida que colocaban ante lo que tratan aunque aparentemente sean asuntos intrascendentes o que su tratamiento paródico, a veces, esperpéntico, le dota de una lectura más activa. En esta ocasión utilizan todos su recursos, el planteamiento es grandilocuente, y el asunto que vertebra el trabajo tiene un gran valor social: la obsesión por muchos ciudadanos por ser famosos. O simplemente por aparecer el televisión.
Esta planteamiento inicial, se desarrolla convirtiendo a los espectadores en espectadores en directo de un concurso televisivo que se está emitiendo en directo. Y es aquí donde la dramaturgia se encuentra con una gran trampa: el género elegido es el de la revista. Números cómicos alrededor del tema central y canciones. Y este género tiene sus obligaciones estéticas, lo que comporta que los mensajes se enturbien y más si es como en esta ocasión en la que se está una hora y cincuenta y cinco minutos en clave de revista, casi sin postura crítica, y de repente en la escena final se intente mostrar el mensaje, señalar aquello que se suponía que los espectadores ya daban por supuesto, que eran cómplices, de lo que sucedía y cómo se contaba.
El espectáculo es quizás un tanto largo, el esquema es muy sencillo y previsible, dentro del género, pero tiene esa graciosa manera de «La Cubana» de resolver las lagunas con algunos gags y algunas actuaciones memorables que te reconcilian con su trabajo, porque, en términos generales, nos parece algo plano, sin relieve, reiterativo y como agotado en su propia formulación estructural. La risa está asegurada.
Carlos GIL

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