Críticas de espectáculos

Morocco bar/ Teatres de la Generalitat Valenciana

La puta vida
Obra: Morocco bar
Autor: Carles Mira
Intérpretes: Lola Moltó, María Minaya, Pepe Galotto, Salomó Sanjuan, Juansa Lloret, Adán Rodríguez, Ferran Gadea, Domingo Chinchilla, Jerónimo Cornelles, Pascual Picot, Carles Sanchís, Josvi Muñoz
Escenografía: Manolo Zuriaga, Josep Simón
Iluminación: Javier Prieto
Música original: Joan Cerveró
Dirección: Magüi Mira
Producción: Teatres de la Generalitat Valenciana
Teatre Principal –Alcoi- 05-03-03 Fira de Alcoi
Comedia agria de putas, chulos, guardia civiles y camioneros. Un microcosmos aislado en una curva de carretera convertida en inexistente por la construcción de una autopista cercana. Un mundo decadente, en decadencia, donde lo único que parece mantenerse intacto son algunos sentimientos, una necesidad de encontrar la bondad, al esperanza, dentro de ese pantano putrefacto. Hay dolor, mucha amargura, muchas soledades e incomunicaciones, pero el poder del sentido de la supervivencia convierte todo ese lastre en una explosión de profesionalidad, es decir de encontrar en cada momento el asidero donde poder sacar la nariz por encima de la charca de mierda.
La puta vida; la vida puta de dos mujeres la dueña madura y la joven drogata, la pareja de la benemérita, con un sargento masoquista que le gusta que le arreen latigazos, y que está metido en todos los negocios colaterales, una clientela entre festiva y patética, un automovilista atrapado por una avería en su coche, puntos tópicos, pero imprescindibles para podernos contar esta historia tan locamente divertida en algunos momentos, pero tan amarga en su profundidad, y con una escena final esperanzadora, esa huida de las dos putas hacia un lugar desconocido.
La propuesta de Magüi Mira es muy carnal. Exuberante en todos los sentidos. No hay simulacros, las mujeres se desnudan de verdad; los hombres también. No hay pornografía, hay una declaración libertaria. El lenguaje es procaz, los personajes caricaturizados, para su eficacia, en los episódicos y mucho más enteros y con tránsito en las dos putas. La exuberancia en ocasiones nubla. Pero esta sobrecarga colorista, llega con mayor facilidad a los públicos. Es una opción. Y un buen espectáculo sobre la puta vida contada con humor y sensualidad.
Carlos GIL

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