El Chivato

‘Nina’ de José Ramón Fernández obtiene el Lope de Vega 2003

El jurado del Premio Villa de Madrid de Teatro “Lope de Vega” presidido por Andrés Amorós Guardiola y compuesto por Ignacio García Garzón, Juan Antonio Hormigón, Ignacio Amestoy y José Antonio Campos Borrego, decidió otorgar el Premio de Teatro Lope de Vega en su edición del año 2003, a la obra Nina, presentada bajo el lema La Playa. Abierta la plica correspondiente resulta ser su autor D. José Ramón Fernández. El premio está dotado con 12.000 €. José Ramón Fernández nació en Madrid, en 1962. Es licenciado en Filología por la Universidad Complutense. En 1993 recibió el Premio Calderón de la Barca por la obra Para quemar la memoria y en 1998 fue finalista del Premio Tirso de Molina por La tierra. La mayoría de los textos que ha escrito se han podido ver representados, en puestas en escena que los han enriquecido. En muchas ocasiones ha participado en trabajos comunes con otros dramaturgos, como en varias producciones de Teatro del Astillero o la Trilogía de la juventud producida por Cuarta Pared; la primera pieza de esa trilogía, Las manos, recibió, entre otros, el Premio Max de la SGAE al mejor texto en castellano 2002.
Lo más reciente que ha hecho ha sido un trabajo de dramaturgia sobre Bodas de sangre, para la Compañía Alquibla de Murcia.
Nina es una historia de la esperanza. Personas a las que no les han salido bien las cosas, que se encuentran en una especie de callejón sin salida, se enfrentan en una noche con sus imágenes en el espejo de los otros. Nina, una joven actriz que ha regresado por unas horas al pueblo de donde salió para hacer su carrera, llega desesperada y bajo la lluvia al hotel en el que está alojada. Al igual que la protagonista homónima de La gaviota chejoviana, viene de darse cuenta de que sus ilusiones se han roto. Quizá quiere morir. Pero los otros dos personajes de esta obra, Esteban y Blas -este último, un trasunto del Semión ruso-, también guardan sus dramas y sus intereses. Así comenzará una larga noche en la que los recuerdos, los anhelos de juventud, el miedo al futuro y la esperanza irán sucediéndose en el encuentro y despedida de los antiguos amigos.
Nos encontramos ante un texto seductor, con una poética personal que consigue crear y transmitir la cercanía del mundo de estos personajes, y que demuestra -además del gusto y la cultura teatral, manifiesta en los diferentes guiños de algunas escenas-, su pericia en la construcción dramática. Destaca la voluntad de estilo presente en las didascalias, escritas casi a modo de relato, que contribuyen tanto a perfilar muy agudamente a los personajes como a crear la atmósfera que impregnará todo el drama.

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