Foro fugaz

Pintura y drama

Entras en una mansión parisina del siglo XIX, techos altos, ventanales leves, amplios salones y al dar vuelta en una de sus galerías, te encuentras con Lady Macbeth en la interpretación de Rachel, con los símbolos de Hamlet, calavera, pluma, reloj de arena en una naturaleza muerta, ves a Magdalena arrepentida recostada en una calavera, observas el peso del melodrama en las reacciones no menos exageradas del público, asistes a un acceso de la negra angustia, la sede de la locura y el desvarío, allá un actor cínico que te reta con una mueca de desdén, has incursionado en el…
…Teatro de las Emociones, el título de una exposición presentada en el Museo Marmottan Monet de París. Ahí vimos la evolución del registro de los sentimientos y emociones desde la Edad Media hasta principios de este siglo XXI. Teatralización de situaciones de la vida, manuales de expresión para actores, así como enfermos de melancolía conforman este laberinto a través de los resortes íntimos del alma humana. Extraño cabalgar por las secretas galerías cerebrales para alcanzar las fuentes del frenesí de la vida.
¿Por qué hablar de esta exposición cuando ya nadie podrá verla, cuando las obras habrán regresado a su colección de origen?
Porque más allá de la crónica de una exposición está la necesidad de encontrar las raíces de nuestra sensibilidad, los secretos de la representación de los sentimientos, las fuentes de inspiración para representar caracteres en la escena, los vasos comunicantes de dos ámbitos de la creación. Lo sorprendente en la exposición es el impacto del teatro en la cultura visual de la humanidad. Hasta principios del siglo XX la pintura y la escultura eran figurativas y su principal modelo era el ser humano. Conectar la emoción de la pintura con la fuerza de la escena es un viaje a las fuentes de la creación.
Y nosotros podemos construir con nuestros recursos este camino de las emociones y sentimientos teatrales, en las ciudades en las que vivimos, especialmente en España intentando descifrar el significado de esas pinturas, obras detenidas en el tiempo. Pienso en Velázquez y sus Borrachos del Triunfo de Baco que provocan al que los observa, pienso en las enigmáticas Meninas y en otros cuadros del sevillano. Pero Velázquez es apenas un principio, la luz de la pintura ilumina muchas emociones teatrales, podemos anticipar la significativa riqueza de un recorrido por el Museo del Prado, por dar un ejemplo.
Al escribir estas notas, recuerdo un capítulo de El Teatro y su Doble en el que Artaud hace un análisis exhaustivo del cuadro Lot y sus hijas, atribuido al holandés Lucas van Leyde que se expone en el Museo del Louvre. Se trata de un pintor primitivo de principios del siglo XVI en el que se narra la huida de Lot ante la destrucción de Sodoma. Pero lo importante del cuadro es el incesto narrado en el libro de El Génesis, uno de los pasajes más controvertidos de la Biblia.
Artaud nos dice al respecto:
Es un hecho que la Edad Media no entendía la Biblia como nosotros la interpretamos actualmente, así que esta tela es un extraño ejemplo de las deducciones místicas a las que se podía llegar en aquel tiempo. Su patetismo es, en todo caso, visible a distancia, el cuadro impacta al espíritu por una especie de armonía visual fulminante, cuya intensidad afecta desde el primer encuentro. Mucho antes de saber de qué se trata, se presiente que ahí ocurre algo de gran trascendencia, y se diría que el oído se emociona al mismo tiempo que los ojos; nos parece que un drama de gran tensión intelectual se concentra ahí, como una intempestiva concentración de nubes que el viento, o una fatalidad mucho más directa, habría acumulado para probar sus rayos. (La Puesta en escena y la Metafísica)
Regresemos al Teatro de las emociones la exposición que acaba de terminar en el Museo Marmottan Monet de París, con un recorrido en el que desfilan diversos personajes que nos hablan de la evolución en la representación de los sentimientos y las emociones. La conclusión que se puede obtener de esta visita virtual, es que la pintura y el teatro tienen raíces que rebasan muy pronto los límites de la plástica para adentrarnos en el obscuro río de las emociones y los sentimientos.
Hay algo más que se confirma: No es lo mismo ver la obra original que sus copias. Si la reproducción mecánica nos ofrece los detalles y el conjunto de la obra, el pintor ha captado una esencia, un espíritu que no es posible transmitir en una reproducción y que sólo encontramos en el original. Los cuadros han atrapado un momento de vida que se trasmite al espectador atento, y regreso de nueva cuenta a Velázquez y sus magníficos cuadros difíciles de reproducir en sus dimensiones originales, y que verlos en su marco es una experiencia única.
Así se abre la puerta hacia otros horizontes, más allá del trabajo en la escena o en la tela, tal como lo sugiere Artaud en ‘La Puesta en escena y la Metafísica’, o como lo comprobamos en el Teatro de las Emociones.

París, agosto de 2022

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