Velaí! Voici!

Teatro amador y creación más allá del drama

Uno de los desafíos de la dramaturgia para el teatro actual es crear espectáculos que conecten con la mirada de hoy, incluso en el supuesto de que el espectáculo consista en subirnos en la máquina del tempo para viajar a otras épocas históricas. Incluso en este supuesto, ese viaje a otras épocas históricas, en la ficción de una pieza, deberá contemplar a la recepción actual, deberá saber tocar en las sensibilidades actuales.

Quizás, por eso, la labor de la dramaturgia, implica una cierta competencia sociológica, la capacidad para analizar las tendencias, las preocupaciones y los anhelos de la sociedad actual, del público de proximidad al que nos dirigimos.

Dentro de la sensibilidad actual hay también, como hubo en tiempos pretéritos, la necesidad de encontrarnos, en los escenarios, con situaciones y acciones que, igual que en la vida de las personas, también en el teatro no pueden ser reducidas o ordenadas en una historia para ser representada, ni en unos personajes ajenos a las personas implicadas en el juego teatral.

Me estoy refiriendo al teatro contemporáneo posdramático. Los espectáculos que no representan historias ni personajes, sino que abordan, directamente, situaciones y acciones escénicas reales que no son susceptibles de entrar dentro de los corsés del relato, que no son susceptibles de constituir una historia representable. Pero que, no obstante, resultan necesarias.

En la propia vida nos acontecen muchas cosas importantes que somos incapaces de contar o de explicar y que, sin embargo, resultan definitivas para nosotras/os. Por ejemplo, ¿cómo podemos explicar que nos enamoremos de una persona y no de otra? ¿Cómo podemos explicar ciertas situaciones inverosímiles que se dan en nuestras vidas y que nos importan?

El teatro también se tiene que ocupar de esas situaciones y de esos aspectos inefables, inexplicables e inverosímiles. Y puede hacerlo sin necesidad de intentar explicarlos o aclararlos, preservando su misterio y, no obstante, ofreciendo una compensación afectiva y, por qué no, estética.

La dramaturgia posdramática compone partituras de acciones para espectáculos teatrales sin historia y sin personajes representados, aunque si pueda recurrir a la narración directa. Esas partituras de acciones suelen generarse a partir de improvisaciones sobre materiales relacionados con los intereses, atracciones o preocupaciones del equipo artístico que, de algún modo, serán representativos, así mismo, de los intereses, atracciones o preocupaciones de la gente y de un público potencial.

La labor de la dramaturgia, en estos espectáculos en los que el texto no capitanea ni tiene porque centralizar la acción, suele consistir en esa mirada externa, especializada, que va tejiendo y componiendo la partitura de acciones, a partir de las propuestas del equipo artístico.

Se trata, por tanto, de un trabajo de creación colaborativa, sin un texto previo. La compañía parte de los desasosiegos, de los intereses, de las atracciones y repulsiones de sus integrantes. Busca elementos relacionados con esas inquietudes: imágenes, objetos, músicas, textos, espacios, acciones, referentes varios… y comienza a activar todos esos materiales, que son el punto de partida, poniéndolos en relación e intentando desarrollar acciones.

Quien se ocupe de la dramaturgia deberá, en ese proceso, ir seleccionando los hallazgos que se produzcan en la sala de ensayos. Pues se trata de una dramaturgia a pie de escenario. Seleccionar y ordenar las acciones buscándoles un sentido determinado.

Quizás no es necesario que esas acciones tengan un significado. Porque, como acabo de exponer, hay sucesos en la vida que tampoco tienen un significado claro ni una lógica. Porque, como es lógico, no todo lo que pasa ni todo lo que nos pasa tiene porque ser reducido a la intelección.

Sin embargo, sí que es necesario que las cosas tengan un sentido, una dirección. No es necesario que un espectáculo tenga significado (historia) o se entienda desde la cabeza, por decirlo de alguna manera. Pero sí que es imprescindible que percibamos que tiene un sentido, una coherencia, que nos lleva hacia a algún lugar, que nos permite jugar, que mueve nuestras emociones y estimula nuestra sensibilidad, que nos puede hacer pensar, que nos puede dar mucho que pensar, aunque no lo entendamos con la cabeza.

Esto es muy importante. En el teatro, igual que en la vida, no todo hay que pretender entenderlo con la cabeza.

El teatro posdramático que, de una manera resumida y reduccionista, vendría a ser aquel que no representa ni una historia ni unos personajes, pero que, a cambio, nos ofrece un juego teatral de gran riqueza plástica, musical, actoral, visual y que apela, igualmente, a nuestras emociones, permite la creación colectiva directa, con la mediación, eso sí, de la dramaturgia.

El teatro posdramático no representa el mundo encima del escenario, sino que crea un mundo encima del escenario. No trabaja con la ficción ni con los realismos, sino que es realidad escénica.

Para acabar, me gustaría contar unos hechos que ilustran la necesidad de incorporar las teatralidades posdramáticas al teatro amador (amateur). Porque en el teatro profesional podemos encontrar compañías que trabajan desde ese concepto dramatúrgico, como pueden ser, Angélica Liddell, Rodrigo García, Carlos Marquerie, Elena Córdoba, El Canto de la Cabra, Matarile Teatro, muchas de las piezas del Grupo Chévere, sobre todo las relacionadas con sus Ultranoites, Ensalle Teatro de Vigo, AveLina Pérez, etc.

Sin embargo, en el teatro amador (amateur) parece que no solemos encontrar estas propuestas de dramaturgia colaborativa posdramática y sí una tendencia a permanecer siempre dependientes de textos previos.

Hace muchos años que soy profesor de Dramaturgia en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) de Galicia y observo algo que me llama bastante la atención y que puede servir para llegar a algunas conclusiones.

El noventa por ciento del alumnado viene a la ESAD con una idea de teatro muy tradicional y conservadora. El teatro que pone en escena una obra de literatura dramática. Por tanto, el teatro que depende de un texto.

La mayoría del alumnado viene del Bachillerato y su única experiencia relacionada con las artes escénicas suele ser hacer teatro amateur en el grupo del instituto. También tenemos algún alumnado que viene de grupos de teatro aficionado de asociaciones. Pero todos, en general, vienen con esa idea tradicional y conservadora según la cual el teatro, el espectáculo, es un hecho secundario respecto al texto de literatura dramática del que dependen.

Cuando, en las clases de dramaturgia, descubren las posibilidades que les ofrecen las teatralidades posdramáticas para crear algo que no existe previamente y que responde, directa o indirectamente, a sus intereses e inquietudes, entonces algo cambiar en ellos. Ya no tienen que andar buscando una obra que les sirva para hacer lo que les gustaría hacer en el escenario. Ya no tienen que limitarse a lo que el texto les mande. Mediante la dramaturgia posdramática pueden explorar todo aquello que más les importa y más les gusta. Solo tienen que poner empeño, conocer los parámetros de composición e investigar los mecanismos de coherencia que pueden darle sentido a la pieza que están creando.

Una vez que el alumnado descubre esta posibilidad, la de actuar y crear desde el comienzo, se dan cuenta de que no hay impedimentos, más allá de sus competencias técnicas y de dramaturgia, para abordar sobre el escenario aquello que más les toca, aquello que también le toca al público actual, porque el alumnado forma parte de ese colectivo.

Desde hace unos años, los trabajos fin de carrera, en un buen porcentaje, suelen ser creaciones originales del propio alumnado implicado, bajo el signo de la dramaturgia posdramática.

Esta es, quizás, otra de las asignaturas pendientes del teatro amador (amateur), para incluir e implicar aun más a las personas que participan en él y para reflejar mejor sus inquietudes e intereses.

Porque el amor al teatro, como todo amor que se precie, siempre va a dar más satisfacciones cuanta más implicación suponga. Implicación desde la creación original y desde la integración en el momento y en el lugar en el que se da.

P.S. – Artículo relacionado:

Teatro amador. Drama y actualidad”, publicado el 25 de octubre de 2021 (Primera parte de la ponencia en el I Congreso de Teatro Amador de Galicia, organizado por la Diputación de A Coruña y AMATEGA, el 23 de octubre de 2021)

Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba