Críticas de espectáculos

Wanagú

Imaginario africano
Obra: Wanagú
Intérpretes: María José Sarrate, Nagot Picón, Giovanny Hoguín
Dramaturgia, espacio escénico y dirección: José Ortega
Producción: Solo y Compañía
La Fundición –Deustua- 17-02-02
Los cuentos y leyendas africanos forman un mundo imaginario, de representación y alegoría donde están presentes todas las connotaciones culturales ancestrales, la identificación con la naturaleza, los concomitancias con las culturas europeas, americanas o asiáticas. Entendiendo que África es un continente inabarcable para una mirada teatral, se reconoce en la dramaturgia establecida por José Ortega, una fusión de ritmos, iconografías, tradiciones, cuentos orales que reunidos bajo una misma idea dan un perfecto manifiesto de la existencia de otros pueblos, con otras visiones de su relación con el entorno, la naturaleza o los dioses.
La estructura de este trabajo se basa en una coordinación rítmica, musical, de danza. Y se hace sin complejos, ni paternalismos. Se hace desde lo occidental, desde los recursos narrativos del teatro de la oralidad pero respetando las esencias, impregnándose de los sonidos de los instrumentos más rudimentarios, de los ritmos musicales de percusión, de las danzas ritualistas transformadas en espectáculo teatral. Se parte de los recursos de la tradición oral, de las leyendas más recónditas y se escenifican para que al público de hoy le llegue otra sensibilidad, otra textura en los objetos, en las estéticas. Se hace en un magnífico espacio escénico, muy bien iluminado, con una buena plataforma sonora, tanto para el directo, como para acompañar algunas transmisiones, lo que sumado a la aportación de los intérpretes, que se mueven en un magnífico tono medio, que saben jugar con todos los elementos, los títeres, las máscaras, las danzas, los monólogos, las narraciones en tercera persona, para ofrecer un delicioso trabajo teatral, sentido, dulce, que nos despierta ante las posibilidades de unos pueblos africanos que solamente conocemos desde la impresión de las desgracias o las guerras pero que están formados por individuos, por personas, que deben sentir, soñar, imaginar, aceptar su relación con los otros habitantes, con los elementos de la naturaleza y con las incertidumbres de las magia o las creencias. Un trabajo redondo, reconciliador, con un tratamiento de igualdad con otras culturas que desconocemos por desidia y que nos llegan par que pongamos a prueba nuestra actitud ante lo diferente. Carlos GIL

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