Foro fugaz

Y la Poesía se refugió en el Teatro (Segunda Parte)

No tema, no se trata de un actor recitando a la mitad del foro, o llevando un sonsonete para ilustrar que declama versos. Oh, la nostalgia de aquellos tiempos en que el teatro era ‘voz y sentimiento’ y un actor era un trueno, un portento de la naturaleza, una actriz la voz de la tragedia. Pero deténgase antes de condenar a este ensayista al rápido silencio de un clic, aquí vamos a hablar de aquello que mencionó el poeta dramaturgo Federico García Lorca:

El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre.’

¡Ole poeta! Así se habla: personajes ‘vestidos de poesía y que al mismo tiempo se les vean los huesos y la sangre’, repito como un eco asombrado.
En el principio fue la poesía, cantada, proferida, narrada. Existía antes de la invención de la escritura, en el amanecer de la humanidad, cuando gracias a esos cantos sagrados el hombre justificaba su presencia en la tierra, en el universo. Y efectivamente cuando la poesía reconoció a los dioses, cuando sintió el movimiento cósmico, cuando se hizo movimiento, apareció la tragedia con Esquilo. Y como un camino nunca es único, pronto apareció la comedia de Aristófanes, para que esa poesía cantada tuviera más huesos, más sangre, realidad sin mito y con crítica social.

Para escribir esta aproximación me pregunté ¿dónde quedó la poesía en la actualidad? La respuesta fue unánime: queda en un buen texto contemporáneo, en una novela, en un cuento, en un buen ensayo, y de pronto una luz entró a mi cerebro y constató: En el teatro. Porque el teatro es palabra, voz, acción y sentimiento, el todo como un añadido de la vida. En el teatro los dramaturgos se atreven a ser poetas, a proferir desde el foro la metáfora en movimiento. Lo vemos muy concretamente desde el Renacimiento, siglo de oro francés, inglés, español. Hoy, al escribir un texto dramático, sabemos que será articulado e interpretado y le damos un valor expresivo especial. Lo encontramos en los textos de Koltès, en los textos crípticos de Beckett, y en la búsqueda de una voz interior, ya lo escribí: en Beckett el silencio entre dos frases es poesía.

Un ser frente a un público, un texto para emular una realidad que sólo existe en el foro, una acción que prefigura imágenes de ensoñación: el teatro sigue siendo el espacio de la poesía en acción, ‘Poesía en voz alta’ fue la fórmula creada en México en 1956 por Juan José Arreola y Octavio Paz, para dar un impulso a la nueva creación teatral. Ahí se estrenaron en México obras de Ionesco y Jean Tardieu entre otros. Y así llegó la poesía contemporánea a los oídos desprevenidos de los espectadores mexicanos.

Porque seamos sinceros, ¿quién lee o recita poesía en nuestros días? La imagen del poeta ya es sospechosa, y si en los países de habla inglesa aún hay alguna tradición viva de ‘poesía en voz alta’, en español es un ejercicio para salones vacíos de los ‘Ateneos culturales’. Por eso te invito, fugaz e hipotético lector a que leas con tu estimulada voz un poema, soneto, redondilla, romance, y te propongo éste que bien puede desentumir tu lengua:

‘Es verdad. Pues reprimamos
esta fiera condición
esta furia esta ambición
por si alguna vez soñamos:
y sí haremos pues estamos
en mundo tan singular
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que todo el que vive sueña
lo que es hasta despertar.
Sueña el rey que es rey…’

Texto de Segismundo digno de ser leído en voz alta para recuperar los acentos de la poesía en nuestro atribulado, acelerado, editado mundo de mentiras digitales. Al menos aquí encuentras lector un texto con el que recuperas siglos de conocimiento y sonoridades.

Y ya que estamos en escena por qué no actuar este monólogo de Hamlet (pienso que Segismundo y Hamlet son los emblemas de la poesía en escena):

¡Oh, qué rufián y vil miserable soy!
¿No es monstruoso que este actor,
En una ficción apenas, en un sueño de pasión,
Pueda doblegar así su alma a su capricho
Y que por obra de ella todo su rostro palidezca,
Con lágrimas en los ojos, agitación en su semblante,
Su voz quebrada, y su entera actitud ajustada
En sus formas a ese capricho? ¿Y todo por nada?
¡Por Hécuba!

¡Qué placer al escuchar estas palabras en escena! La poesía revive cuando es cantada, proferida en una escena; languidece entre las hojas de un libro, sueña con ser liberada por nuestra voz.

Quiero recordar aquí a Paco Ibáñez que liberó a la poesía gracias a su canto. Musicalmente quizá no fue trascendente, pero ahí estaba la fuerza de la palabra en el ‘Poderoso caballero es don dinero’ que tan bien narra nuestra época. También quiero refutar mi aversión al Rap, concediendo que dio a los jóvenes la posibilidad de utilizar la palabra para mandar un mensaje en ritmo, verso y sonoridad. Por eso la escena tiene sentido, porque la poesía se refugió en el teatro y mientras una sala abra sus puertas, habrá un aliento poético. Amén, la misa ha terminado.

París, mayo de 2023

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