Aclárate la voz

El séptimo sentido

Todo depende de cómo se mire. Una expresión usada popularmente para señalar que se pueden dar diferentes percepciones, lecturas e interpretaciones de un mismo hecho. La perspectiva desde donde se mira la realidad que te rodea juega su papel. Bien lo sabía el profesor de «El Club de los Poetas Muertos» cuando anima a sus alumnos a encaramarse al mundo, pies en pupitres, y mira el colegio de esa nueva posición conquistada. Todo cambia. Las sensaciones internas cambian. La vivencia cambia. El sentimiento cambia y transforma el color de la vivencia subjetiva de la realidad. Estudios realizados demuestran que ninguno tenemos las mismas percepciones sobre un hecho concreto. Por lo tanto, ninguno tendríamos una percepción completa de la realidad. Solo una pequeña porción. Como si cada percepción aportada por cada uno de nosotros fuera, solo, una pieza más de un mosaico mucho más amplio de lo que nuestra mirada puede abarcar. Y con la mirada volvemos a esa parte del cuerpo que nos permite ver, el ojo. La parte más externa y visible de nuestro sistema nervioso central. ¿Quizás de ahí, que los ojos son el espejo del alma? Surcos personales e intransferibles como la huella digital. De hecho, están desarrollando un sistema lector de corneas que confirmaría nuestra identidad. Un sistema reconocedor más fiable que el identificador a través de la retina. Pues parece, según siempre los expertos, que esos mismos surcos serían los causantes de que ninguno veamos un mismo objeto exactamente de la misma manera. Una vez más la ciencia constata con bases fisiológicas algo que el saber popular ya intuía.

Me pregunto si ocurrirá lo mismo con el oído, si dentro de las mismas gamas de frecuencia percibidas ninguno oigamos exactamente lo mismo. Hay oídos más finos, adiestrados, acostumbrados a desgranar el sonido, a recoger los matices de un sonido. El lugar interno donde resuena la voz de otro o una melodía, despierta asociaciones y la imaginación, toca historias personales, estimula las sensaciones y todo ello crea una percepción subjetiva de la voz recibida – que igual no percibida – y provoca una reacción interna y una respuesta. Hilo fino, quizás mis neuronas estén divagando sin sentido, no lo sé, pero pienso qué quizás no terminemos, no ya de entender al otro, sino de comprenderlo plenamente. Quizás lo único que consigamos es, como mucho, acercarnos a su experiencia y a su sentir. Siempre se dice que uno nace, vive y muere solo. Quizás acompañado internamente de lo cosechado a lo largo de los días, pero solo. Quizás acompañado de la mano, pero de piel para dentro, solo.

Será cierto que el único sentido que puede ver y escuchar con claridad y certeza sea el séptimo sentido; un corazón limpio. El sexto lugar se lo han dado a la intuición.

¿Se venden escobillas para corazones con hollines? Me resolvería unos cuantos regalos. Aunque hay ocasiones en que lo conveniente sería un paquete con trasplante incorpóreo completo. ¿Estaré siendo demasiado cínico? Todo depende de cómo se mire.

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