Y no es coña

En la búsqueda de una mínima redención

Para empezar una advertencia y una reflexión de un gran artista.

Tengo que advertirles de que he iniciado de manera auto diagnosticada y repentina una deshabituación al cinismo y al sarcasmo. Se pide conmiseración y perdón inmediato si en estos momentos de abstinencia, sufro algún brote. No es fácil si miramos los noticiarios sin filtros. Lo intentaremos.

“Estamos viviendo una época muy difícil para los proyectos culturales porque se confunde el éxito de masas con el éxito cultural. No podemos competir desde la cultura con los éxitos comerciales. Nunca un proyecto cultural debe medirse por su capacidad de generar riqueza sino por su sentido, por lo que lo justifica», asegura Jordi Savall.

 

En el ayuntamiento de Madrid con gobernación de PP y Ciudadanos con la bendición imprescindible de Vox, es decir, de las tres derechas más extremas, acaban de hacer un nuevo acto de censura. Suspender la actuación de Pedro Pastor y su padre Luis Pastor, en un barrio capitalino durante sus fiestas. El argumento de la censura es infantil: han cambiado los gustos musicales de los gobernantes. Patético. Estas fiestas se acostumbran a realizar a partir de las decisiones una comisión donde están incluidos los vecinos, y que en esta ocasión había sido aprobada la contratación por todos los grupos municipales. Y firmada.

Pero fue antes de esta desgracia para la cultura madrileña de la llegada de unos grupos ideológicos que entienden la cultura como un entretenimiento o una cuestión de clases. Porque existen muchas maneras de afrontar la Cultura, aunque en ciertos segmentos de la producción teatral sea muy difícil encontrar los lindes entre unos y otros, porque la inmensa mayoría de los responsables políticos y de gestión, tienen la misma ideología economicista, cuando no, mercantilista de la gestión. Por lo tanto, es difícil que ellos vean otros valores más profundos en la acción cultural. Por eso tantas confusiones, tantos cruces entre lo privado y lo público que solamente hace que convertir las ideas en entradas vendidas. Y programación lineal y comercial de mercado.

Por eso es muy significativo la postura ética que han mantenido los que fueron anunciados por la organización municipal como supuestos sucesores en la actuación de los Pastor, un grupo casi desconocido, pero al que aplaudimos con efusión: Los Fesser, que al enterarse del motivo por el que fueron contratados, han renunciado a la actuación y se han solidarizado con los afectados por la censura. Además, ellos tienen una pieza dedicada a denunciar la misma censura. Es decir, que en un periodo corto de tiempo vemos dos situaciones encadenadas: la censura sonrojante y el honor y dignidad edificante.

Una pequeña seña de identidad indagatoria. ¿Cuántos actos de censura similar o muy parecidos en los espectáculos en vivo han sucedido en el dolor secreto de las almorranas de la miseria económica y moral? Recuérdese que el primer acto del equipo saliente encabezado por Carmena, fue destituir antes de cumplir el contrato al director del Teatro Español de Madrid. Algo que sienta un feo precedente. Cada uno que llegue al poder puede cambiar lo anterior solamente por prejuicios ideológicos que en ocasiones se quiere camuflar groseramente como cambio de gusto estético. Ojalá lo tuvieran. Tienen el poder, las ganas de venganza, mientras se sienten empujados por atender las demandas históricas de todos los otros cuervos que esperan obtener un cargo institucional.

Es difícil sustraerse al comentario del acto de onanismo institucional que sufre el gobierno extremeño en sus asuntos culturales, que acaba de darle el Premio Extremadura a su propio Festival de Mérida. No tiene explicación. O sí, pero no la dicen. Seguro que se aprovechará mercantilmente de la manera fructífera que acostumbra el aparente dueño de este Festival, pero si querían premiar a este gestor de masas a brochazos, se debían de haber atrevido a dárselo nominalmente como ya se anunciaba en ciertas redes.

Me remito a las palabras de Jordi Savall. El resto es propaganda y contabilidad engañosa.

¡¡Viva Los Fesser!!

 

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