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Factoría Echegaray estrena ‘Bel canto’ de Alberto Iglesias

El Teatro Echegaray de Málaga se convertirá del 20 de febrero al 3 de marzo en la sede de un periódico olvidado, sucio y decadente en el que trabajan un redactor metódico y superviviente al que encarna Norberto Rizzo y un director a la antigua usanza al que insufla vida Luis Centeno Messías. Sofía Monreal es la limpiadora que adecenta la redacción con su escoba y le da vida con su pasión por la ópera y su natural optimismo. Antonio C. Guijosa dirige al trío de intérpretes en ‘Bel canto’, texto con el que Alberto Iglesias ganó el IV Certamen Jesús Campos para Textos Teatrales Asociación de Autores de Teatro 2017, y que estrena ahora Factoría Echegaray.

 

Según su director, Bel Canto es “un hechizo de sirenas” que apela a esa “llamada del amor que dejamos ir”, a esa vocación dejada en la cuneta, a esos ideales que vimos estrellarse. El texto de Iglesias, “revestido de un toque absurdo y un humor finísimo”, recalca Antonio C. Guijosa, enfrenta a estos personajes “al canto de sirenas que supone una nueva oportunidad, tal vez la última”. Javier Ruiz de Alegría, miembro de la Asociación de Artistas Plásticos Escénicos de España (AAPEE), se ha encargado de concebir la escenografía y de iluminar el ajado diario en el que se desarrolla la acción. C. Guijosa firma el espacio sonoro, y Susana Vergara le apoya como ayudante de dirección del montaje.

Sofía Monreal pone su cuerpo y su voz (en la obra suenan varios fragmentos de La bohème, de Puccini; Carmen, de Bizet, o las arias de Scarlatti ‘O cessate di piagarmi’ y ‘Son tutta duolo’) para convertirse en ‘Bel canto’ en una luminosa y terrenal limpiadora de cuarenta y tantos años, curtida en el trabajo y en la vida, aficionada a la lírica y madre de dos hijos. Rizzo se transforma en el único redactor de esa cabecera caída en desgracia pero que todavía imprime sus páginas, un hombre maduro, soltero, exigente, obsesivo, estricto y cuadriculado en su trabajo. Centeno Messías encarna al director, un hombre cercano a la jubilación, profesional de prensa de la vieja guardia, con dotes militares, de vuelta de todo, con gran carácter y mucho mal genio.

Sinopsis

Una redacción de periódico olvidada, un periodista como último superviviente del naufragio, una limpiadora como observadora de ese náufrago tenaz, persistente ante el implacable paso del tiempo. Un hombre tecleando sucesos mientras desnuda su alma ante una desconocida que trata vanamente de barrer la soledad de ambos, la de ella y la de él. Un encuentro fugaz, un amor imposible entre las paredes de un edificio acosado por la negrura de la derrota, un director -impenitente nostálgico- testigo discreto y mensajero de los últimos coletazos del periódico, el despido para todos.

Una despedida que no es profesional sino canto de cisne de la esperanza, del amor que cabe en un instante, de la separación de dos amantes que nunca llegaron a encontrarse, del periodista poeta que como capitán de barco sigue aferrado al timón hasta el último hálito, el barco hundiéndose y una sonrisa de paz en su rostro mientras observa el último atardecer en el único ventanal que da a la calle, al mundo, al infinito horizonte.

La obra según el director, Antonio C. Guijosa

«El canto de las sirenas se supone que es una trampa. Algo hermoso, que parece deseable pero que nos lleva a la perdición.

En el mito griego hay tres personajes que encarnan distintas maneras de enfrentarse a ese misterioso canto. Orfeo contrarresta aquella música salvaje, hipnótica, primitiva con una nueva música elaborada, pensada, casi diríamos civilizada. Ulises, sabedor de que aquel canto encierra una experiencia inefable se ata al mástil del barco para poder escucharlo sin poder lanzarse al agua presa del hechizo. Sólo un argonauta, Butes, deja su remo, se levanta y se lanza al agua, deseoso de entregarse a esa llamada.

Bel Canto es un hechizo de sirenas. La llamada del amor que dejamos ir, de la vocación que no perseguimos, de aquello que quisimos que fuera el mundo y que el mundo no es. El texto de Iglesias, revestido de un toque absurdo y un humor finísimo, enfrenta a sus personajes al canto de sirenas que supone una nueva oportunidad, tal vez la última. Una oportunidad para hacer aquello que nunca hicimos, para vivir aquello que dejamos pasar. Y los tres –cada uno desde su perspectiva– se debaten entre ignorar el canto, escucharlo sin bajar del barco o lanzarse al agua y descubrir qué ocurre a riesgo de perderse.»

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