Y no es coña

Hay nivel

Acabamos de fallar en Ciudad de México el Premio Internacional de Ensayo Teatral 2010, ganado por Shaday Larios Ruiz, una joven dramaturga y directora mexicana que está haciendo su doctorado en el Institut del Teatre de Barcelona, y el jurado ha podido comprobar la existencia de un gran nivel en los cincuenta y cinco trabajos presentados procedentes de diez países. Una auténtica buena noticia la cantidad, al igual que la calidad media.

Este premio lo convocan dos revista de teatro, Paso de Gato y ARTEZ, junto al Instituto Nacional de Bellas Artes de México a través del Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli y la Coordinación Nacional de Teatro, con el apoyo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco y las deliberaciones y proclamación de la ganadora tuvieron lugar dentro de la Feria del Libro Teatral que organizan algunas de las instituciones anteriormente mencionadas.

Los datos son esclarecedores, cincuenta y cinco ensayos, la inmensa mayoría con un nivel más que aceptable, vienen a señalarnos la existencia de una pléyade de investigadores, teóricos y analistas de las prácticas que están vertiendo sus conclusiones en trabajos que aportan reflexión, luz, duda, certidumbres, transitan por caminos ya recorridos en búsqueda de las huellas o de nuevas veredas, que abren otras vías, aunque sean todavía frondosas, sin verse el destino definitivo, pero que en su búsqueda moverán todos los estamentos para lograr otra situación más favorecedora del desarrollo conjunto .

Es muy importante que sean provenientes de muchos puntos donde se está cuidando esta especialidad en el rango universitario, lo que ayuda más a sentir una cierta euforia, aunque contemplando el mapa de las procedencias de los trabajos de este premio, podríamos detectar una incidencia casi ínfima de los procedentes del Estado español, mientras el número era mucho más significativo de los realizados desde México, Argentina, Chile o Cuba, cuestión que quizás tenga una significación muy clara y tenga alguna correspondencia con la propia actividad teatral general de estos países y, desde luego, de sus núcleos de formación y todo el sistema de producción.

Si a ello unimos que la experiencia en la propia Feira del Libro Teatral nos deja la constancia de que lo más solicitado han sido los libros de teoría, ensayística, análisis de prácticas, podríamos asegurar que la comunidad teatral está atravesando un momento de necesidad imperiosa de volver a cuestionarse su propia esencialidad, que se busca reconocerse en los maestros del siglo XX para poder aplicar conceptos que ayuden, con sus variaciones, a emprender una nueva etapa, quizás renovadora, o quizás revisionista, al menos de las concepciones canónicas.

Hasta hace muy poco era casi imposible encontrar pensamiento o reflexión teórica sobre las prácticas escénicas realizadas por nuevas generaciones, ahora es una constante, parece que el péndulo se ha desplazado hacia esta ansiedad por adquirir conocimiento más allá de la práctica más esencial, como es la actuación o la dirección. De tal manera está la balanza desequilibrada que los textos dramáticos, las obras de teatro, son en estos momentos, muy deficitarias editorialmente, no parecen despertar mucho interés, lo que nos puede colocar ante una situación un tanto paradójica: se están formando investigadores solventes, mientras los escenarios se pueden estar empobreciendo. Las dramaturgias más novedosas no encuentran acomodo en las programaciones, pero sí tienen estudios pormenorizados.

Repasando al voleo y como simple aportación anecdótica, en los cincuenta y cinco ensayos presentados las inquietudes eran: el arte de la actuación, enfocado desde una infinidad de puntos de vista; los estudios de las poéticas de algún grupo o dramaturgo en concreto; la historiografía del teatro en todas sus disciplinas; las concepciones básicas del propio hecho teatral. Como coda final digamos que todavía las herramientas estructuralistas y semióticas de los años setenta pesan mucho. Al igual que las referencias fundamentales vienen del siglo pasado que, por cierto, fue tan provechoso que todavía prevalecen muchas de las pautas inspiradoras de las más importantes tendencias.

Hay nivel, es una muy buena noticia, hay que mantenerlo y aumentarlo. En algunos países iberoamericanos ya es un hecho que da frutos magníficos. Hay que aprender.

 

 

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