Y no es coña

Pistas

Andamos por Santos, un Festival Iberoamericano que se organiza desde una institución social, el SESC, y que como va siendo habitual, más que un festival se convierte en una maratón para los invitados que debemos acudir como mínimo a dos espectáculos diarios, más las sesiones matinales del formativo, las presentaciones de libros y demás actividades que llegan a provocar colapsos mentales, más a quienes debemos cumplir nuestras jornadas laborales normales en tiempo real con la península.

Muchas lecciones se desprenden de la actividad de esta obra social del sindicato de empleados de comercio, una potencia cultural, con muchos teatros repartidos por todo Brasil, pero sin entrara en detalles, y al hilo de las sesiones de debate, uno refresca su memoria y dado que el país invitado en esta ocasión es México, va viendo algunas pistas sobre la organización de los asuntos de als artes escénicas, que difieren tanto de las de Brasil, que nos sitúa ante un hecho incontrovertible. Existen muchas fórmulas, muchas soluciones, pero parece claro que allá donde el teatro es algo importante, la intervención de las instituciones públicas en su fomentación, ayuda, subvención, tanto en la producción como en la exhibición es necesaria. Y se habla de otras realidades de países con un teatro potente, como son Argentina, Chile  o Colombia, que también tienen sistemas divergentes entre sí..

Y nosotros los europeos del sur, escuchamos en estado depresivo y nos encontramos perdidos ante tanta energía, sabiendo que allí arriba, en la Europa central o la insular, existen otro tipo de organización, de sistema, pero en todos los casos con todas las formas que adquiere el Estado, potenciando con sus recursos económicos una actividad que forma parte de la misma esencia de ser alemán o checo o polaco, por ejemplo.

México es un estado federal, pero el DF, concentra la máxima actividad. Existen Institutos, fundaciones, actividades estatales centrales, y de cada uno de los estados. Hay universidades y formación reglada de primer nivel, tiene una Compañía Nacional, la inmensa mayoría de los teatros de exhibición son de titularidad pública y se vive de temporadas, no de giras. En los últimos años algunas medidas de fomento de la creación ha logrado que aparezcan grupos, compañías, focos de creación que sin discriminar en autores propios o extranjeros, van haciendo espectáculos identificables, con un sello y de una calidad competitiva en casi todo el mundo, menos es España, donde el año pasado «Amarillo» hizo una gira por varias ciudades y nadie reparó en que se trataba de uno de los mejores espectáculos mundiales de la primera década del siglo veintiuno. Siempre pensando en otras cosas, distraídos en pequeñeces.

Brasil, también es federal, un continente, con núcleos de población muy importantes, y con realidades teatrales muy diferentes, pero en el que el estado ha delegado parte de su implicación en algunas corporaciones de titularidad estatal como Petrobras o el Banco de Brasil, y una ley de mecenazgo, ahora cuestionada en parte, que se desarrolla con diferentes fuerzas en según que zonas. Río de Janeiro, donde están los estudios de televisión, produce mayoritariamente el teatro más comercial, mientras Sao Paulo, con veinte millones de habitantes, se ha convertido desde hace 4 años, y gracias a una ley de fomento redactada por los propios creadores, en un hervidero de nuevas propuestas, desde las más sólidas y legendarias, hasta las más innovadoras, con cientos de compañías y alas, desde 200 espectadores a las de 60, pero según nos contaron, todas con público, es decir, la diversidad de públicos crece según la oferta diversa.

En Brasil hay una serie de grupos con historial con apoyos estables de Petrobras, que han desarrollado la historia del teatro brasileño. Estas compañías están diseminadas por todo el territorio. A igual que los festivales. En este caos no hay una centralidad, ni una compañía de bandera, aunque sí existen algunos teatros de titularidad pública, estatal o municipal. Pero muchas salas independientes, muchos focos, un bullicio, al igual que universidades y escuelas de un nivel alto de excelencia. También se basan en la estabilidad, en las salas y las giras son esporádicas, no como aquí que para una inmensa mayoría de las producciones la gira es su único estado de exhibición.

Dos modelos, dos pistas, dos realidades, dos países grandes, emergentes, económicamente solventes, con sus problemas internos de toda índole en cada uno. Existen muchas otras muchas realidades, pero en todos los casos, sea de una manera o de otra se buscan nuevas fórmulas, se revisan los sistemas, se reforman. En México, por ejemplo, hicieron una ley de mecenazgo muy especial y ya han detectado los problemas de los intermediarios y de las corruptelas. Se está revisando.

Uno siente envidia. Uno se siente indefenso en la realidad central, o de cada comunidad en el Estado español. La falta de ideas, la falta de fuerzas, de nuevas iniciativas. Lo acomodaticio del gremio, la instalación en un modelo único, a todas luces obsoleto, pero que se quiere perpetuar. No se piensa en términos culturales y artísticos, sino en términos economicistas e industriales que nos impiden avanzar. Miremos arriba, abajo, al lado, existen salidas, otros modelos. Nos dan pistas, sigámoslas. Todas son buenas si se aplican debidamente a cada realidad y circunstancia socio-económica. Pero acabemos con esta apatía, esta inercia mortal. Resucitemos con bríos buscando soluciones consensuadas, nuevos modelos. Los políticos no tienen interés en ello, los gestores se miran el chalet y piensan en cambiar el césped, por lo que tendrá que ser la profesión la que aporte el trabajo para convencer a los políticos que existen otras alternativas que merecen la pena experimentar.

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