Y no es coña

Todo es posible

Hemos llegado a tal punto de descomposición que si alguien te comunica que el papa Benedicto XVI va a torear en la plaza de las Ventas, lo único que preguntas es «¿y con qué ganadería?» Así está todo de descompuesto, tan cargado el ambiente de subjetividades y en lo político, lo social y mucho más en lo cultural, todo es posible. Se puede creer cualquier cosa. O no creer en nada. Comulgar con rueda de consejo, o volverse agnóstico absoluto.

Viene a cuento lo anterior con el reciente nombramiento de José Carlos Martínez como responsable a partir del próximo mes de Setiembre del Centro Nacional de Danza (¿se seguirá llamando así para entonces?), que fue presentado con todos los honores por la actual ministra de Cultura. Se nos dice que fue elegido después de un largo proceso de selección y tras las deliberaciones de un equipo variado en el que además de personalidades entendidas en la materia había otras que desmerecen cualquier decisión ya que no aguanta su currículum ni una leve mirada superficial.

La figura del artista, de bailarín de primera línea de José Carlos Martínez, nadie se la puede negar. Es una biografía impecable e incuestionable. Actualmente sigue bailando en el Teatro de la Ópera de París. Otra cosa es si tiene el carácter necesario para hacerse cargo de una entidad con unos bailarines que, en primera lectura, parecen formados en una manera de danza alejada de las puntas del clásico más ortodoxo que el recién nombrado representa. O así lo entendemos. Pero estas dudas son razonables, forman parte de una prevención ante cualquier nombramiento.

Lo que ha sucedido es que nada más conocerse el nombramiento han empezado a correr denuncias, anónimas y no tan anónimas, en las que se nos dice que personal directivo del INAEM fue a visitarlo para pedirle que se presentara a la convocatoria. Que durante le proceso recibió alguna otra visita, se supone que para acomodar su propuesta para que pudiera ser el elegido. Y en otro lugar se dice con soltura que el artista se decidió a presentarse porque el INAEM le aseguró una sede fija para la compañía de danza, concretamente en el Teatro de la Zarzuela.

Es decir que para inaugurar las «buenas prácticas» en el INAEM, de ser cierto lo anterior, cometen toda suerte de irregularidades. Probablemente estemos haciendo el juego a la rumorología, pero lo peor es que todo lo dicho es muy verosímil. Todo es posible. Porque desgraciadamente para la danza en el Estado español, Nacho Duato fue empujado a abandonar de muy malas maneras. Se podría asegurar que se trató de algo tomado de manera demasiado personal para el actual director del INAEM, y es posible que, personalmente también, haya realizado todas las gestiones para que el nuevo nombramiento tuviera la solvencia requerida e hiciera olvidar el vacío creado por Duato en Rusia, como gran figura.

Y en esas estamos, esperando que los que han denunciado esos movimientos oscuros, los demuestren, que recurran el proceso de selección, que los lleven a los tribunales y que caiga quien caiga. Hay que empezar a decirles a los directores generales que no están fuera del imperio de la ley. Que si se dotan de unas reglas de juego, se deben cumplir. Y que todos tienen el derecho a tener las mismas oportunidades. Y sabemos desde aquí de qué estamos hablando. Por eso nos creemos cualquier cosa. No son tiempos de transparencia en el Ministerio de Cultura. Todo lo contrario. Y hoy, precisamente, se puede cometer desde ese Ministerio una de las fechorías más grandes contra la libertad de expresión intentando cortar la libre circulación de información, archivos y creaciones por Internet. Un paso tan de acuerdo con el recién nombrado ejército de treinta mil soldados que ha dispuesto el Pentágono para controlar Internet y combatir a quienes osen hablar con libertad. No a la Ley Sinde.

Por cierto, una pregunta tonta, ¿por qué tiene que existir una Compañía Nacional de Danza? ¿Y por qué con sede en Madrid y no en Ceuta?

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