Críticas de espectáculos

Babiloniako Loreak/F.T.I. Antzerkiola Imaginarioa

Nos vamos yendo

 

Obra: Babiloniako Loreak – Autor: Jon Gerediaga – Dramaturgia: F.T.I Antzerkiola Imaginarioa – Intérpretes: Miren Gastañaga, Ander Lipus, Espe Lopez, Alex Gerediaga, Mirian K. Martxante – Escenografía: Jose Pablo Arriaga – Vestuario: Miren Lore Garmendia – Iluminación: Oier Ituarte – Dirección: Ander Lipus – Producción: Artedrama – Lugar y día: Sala Cuarta Pared –Madrid- 12-01-10 – VI MADFeria

La abuela Inés se va, lentamente, con una aspiración: que vuelva su hijo y su nieta y que su otra nieta no se vaya al norte. Hegoa es quien nos narra los últimos momentos, cuando a la abuela le están comiendo los “agujeros” que siente en su cuerpo y que le producen alucinaciones como ver siete caballos blancos y uno negro volando por encima de su caserío. El caballo negro defeca en la plaza del pueblo y la amama Inés encuentra en su boñiga un grano de maíz, que identifica con dios. Alrededor de Inés unos personajes van tejiendo la memoria sentimental: el cura, el enterrador, el médico, unos políticos y sobre todo, Nikosia, la vecina, que es la que se convierte en su compañera final, una muestra de amor más allá del vínculo.

En un espacio escénico central, la cama del dolor, unas columnas con luces, macetas con flores y sobre ellos actuando una dramaturgia que en algunos pasajes apunta hacia lo majestuoso, la teatralidad sobresaliente, la música ejerciendo de catalizador, los movimientos de los actores propiciando un discurso estético coherente con su contenido, logrando una poética sobrecogedora. Estas situaciones se agotan en sí mismas, el trabajo actoral se vuelve más naturalista, conviven los lenguajes, como las lenguas, y la diglosia escénica aparece, gana el lenguaje dominante y se pierde la grandeza pese a las buenas actuaciones individuales.

Falta afinar y dejarse llevar por la organicidad interna, llegar hasta los límites, en todos los momentos de la puesta en escena, sin complejos, aunque rocen y rechinen con otros imaginarios, porque parece ser una vía donde se apuntan muchísimas claves estéticas ya visitadas por la compañía en obras anteriores que colocarían a este trabajo en una dimensión de mayor trascendencia y universalidad.

Vista la obra en Madrid con la parte de texto correspondiente al personaje central dicha en el euskera original con traducción al castellano sobretitulada, detectamos en el público profesional la dificultad de una comprensión mayor de los matices que le dan entidad a la propuesta. Esta experiencia, no obstante, debe entenderse como un paso adelante en la busca de una normalidad, una manera de superar en los ámbitos culturales y teatrales las consignas y los prejuicios interesados propiciados por la estreches de las políticas partidistas.

Carlos GIL

 

 

 

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