¿De qué sexo es la palabra?

Cuando los actores se van

En estos días uno de mis actores, compañero de ruta, renunció. Adujo discrepancia en todo. Una radicalidad que debe haber absorbido conmigo. Lo único que ahora la dispara contra mí. Pensé: llegó la hora de crecer, y algunos tienen que matar a sus padres para hacerlo. Lástima las heridas evitables. A veces se puede lo mismo si uno tuviera ese equilibrio para colocar las piezas en donde den luz y no dolor, o por lo menos poner a producir el dolor. Ese dolor que una vez nos unió para crear. Pero las separaciones son inevitables, es más, creo que deben suceder para que uno reflexione y tome en cuenta sus procedimientos, los acertados y los errados. Nada mejor que estar de pie contra la pared para que la mente encuentre todas las formas posibles de salir adelante. Como decía Peter Brook: «Cuando uno está enfrente de la piedra de granito, se debe tomar distancia y observar, hasta que se encuentre el orificio y penetrar por allí». Hacer grieta. De eso se trata, cómo hacer grieta sin lastimar o lastimarse. Es inevitable. Uno aprende sobre la naturaleza libre y la naturaleza creada. También he pensado en la cadena de sucesos que se multiplican luego de una decisión, lo que significa una decisón(al margen de lo razonable o lo fundamentada que puede estar) y las acciones consecutivas, la cantidad de situaciones que puede provocar. Porque a veces es un virus disparador, desencadenante . No he parado de reflexionar sobre como a veces un estallido del corazón paraliza tantos corazones a la vez. La cascada de consecuencias. Lo pienso yo que he sido esclava de mis demonios, claro, son los mismos demonios que me han permitido sobrevivir, ¿cómo organizar la pasión para la producción sin que nos coma la vida? ¿Cómo se hace para tener la pasión en los momentos adecuados? ES IMPOSIBLE. Entonces uno lucha contra viento y marea, se castiga sin domesticarse, porque sería una renuncia vital, matarse la identidad, ponerse solo en penitencia. La pasión nos determina para el acierto y el error. Es infalible y despiadada. No perdona. Nos sentimos orgullosos de que viva en el centro del pecho, que nos haga subir la montaña en invierno, que montemos una obra sin dinero, sin apoyo, que ensayemos de madrugada, pero a veces se da vuelta y nos agarra de los pelos y nos elimina la calma necesaria para apaciguar el fuego. Querido fuego. Rojo fuego que nos pone de rodillas y nos abre las llagas. El actor se va. Después de una correspondencia. Una renuncia muy bien escrita, donde detalla todos mis errores. Sin piedad. Los grandes errores que he tenido con él. Pensé en los hijos, y en los amigos queridos cuando el reclamo afectivo se vuelve violento, cuando la demanda es agresiva. Pero también esa es la libertad que he predicado y enseñado. Quizá tenga razón y lo he abandonado en algunas oportunidades, quizá mi temperamento bestial me impida ser tibia, abrazar en el momento necesario. Todo es posible. Todo. Pero, cuando la cosa queda escrita es cuando más pienso en los textos y en el valor o no de lo escrito. Es esa realidad determinante, nadie sabe lo que vendrá después. El después siempre es el después de las cosas, de la gente, de los corazones. Y nadie puede deshacer el después.

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