El Hurgón

El Bicentenario en escena

Después de muchas expresiones de prudente júbilo por el bicentenario de la independencia, surtidas en los grandes salones de Santa Gracia, a su dirigencia, que suele enternecerse cuando algún suceso altera sus emociones y le da por creer que las diferencias sociales son transitorias, porque la movilidad social permite que quien hoy está abajo, mañana esté arriba, le pareció que a lo largo de las celebraciones no se habían dado las condiciones de efusividad que el pueblo suele exigir, cuando está satisfecho, y, definiendo que faltaba un ingrediente para poder concluir en los informes históricos que la celebración había sido un acto de confraternidad plena, decidió lanzar una convocatoria a los artistas para que éstos enviaran sus propuestas, porque decidieron armar lo que en su lenguaje denominaron una fiesta popular, para involucrar a toda la población y hacerle entender qué es y para qué sirve una independencia.

Y, ¡qué mejor, para hacerlo, que el arte! El arte es explicativo – observó uno de los proponentes de la estratégica convocatoria.

La exposición de motivos hecha para justificar dicha convocatoria advertía que se había hecho un estudio que había permitido detectar que para el grueso público el bicentenario parecía una cosa de rutina, pues no se había notado la emotividad que suele expresar el pueblo cuando está contento y se halla celebrando un acontecimiento que toma como suyo, y que había qué hacer algo para que el bicentenario no pasara sin pena ni gloria, porque esta era una oportunidad única para hacerle sentir al pueblo santagraciano que sí tiene historia.

La convocatoria creó inquietud entre quienes opinaron que ésta no sólo era innecesaria sino peligrosa. No busquemos lo que no se nos ha perdido – dijeron. Y luego, para explicar su temor, agregaron:

-A los artistas es preciso ubicarlos en situaciones que puedan deshacerse pronto, porque casi siempre andan inconformes y en busca de oportunidades para lanzar dardos.

Estas observaciones, no es que no hubiesen sido tenidas en cuenta por la dirigencia, sino que, como suele ocurrir en Santa Gracia, las discusiones avanzaron hasta convertirse en un tema de rutina y ya nadie estuvo interesado en sacar conclusiones para no perder ese entretenimiento que ofrecía la nueva discusión, con visos de discordia, en medio de la cual se expresaron muchas opiniones que dejaron preocupados moralmente a los artistas, entre las que se destacaba una que los acusaba de despertar odios ancestrales, con el argumento de que era necesario revisar la historia para cambiarla, porque éstos, los artistas, estaban empeñados en demostrar que la concepción del arte también había cambiado con los tiempos. .

Al gremio de los artistas escénicos, que eran los que se consideraban más llamados en esta convocatoria, porque se trataba de armar una fiesta para instruir al pueblo en los pormenores de la independencia, le pareció que debía dar una respuesta a quiénes seguían manifestando ese miedo cerval hacia las consecuencias del arte, y por eso, afirmaron, mediante un comunicado su posición en los siguientes términos:

-No, señores, los artistas de ahora no somos como los de antes, que se pasaban la vida buscando cómo redimir al mundo. Ahora nuestro mayor interés es buscar cómo entretenerlo.

 

 

 

 

 

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