El Hurgón

El Contador Descontado (Capítulo tercero)

Kilovatio debía poner en remojo sus manos una vez al día, para suavizarlas, porque el cultivo de la tierra, que era su actividad laboral cuando vivía en su pueblo, se las había maltratado, y, según uno de los preceptos de la narración oral, éstas deben presentarse siempre impecables porque es la parte del cuerpo más activa y visible durante una narración.

 

Todos los días, a primera hora, asistía a una clase de anatomía de la mano, durante la cual el instructor trataba de hacerle explicable la composición de un complejo y altamente interrelacionado sistema de huesos, ligamentos, poleas, tendones flexores y extensores extrínsecos, músculos intrínsecos con sus respectivos tendones, nervios y vasos, además de 27 huesos distribuidos así: ocho en el metacarpo, 5 metacarpianos y un total de 14 falanges. También trataba de hacerle comprensible la estructura de la muñeca, considerada casi siempre como una sola articulación, siendo en realidad una articulación compuesta, por fortuna –afirmaba el instructor-, porque permite ese juego de movimientos artísticos elaborados por la mano mientras la boca habla, y lo cual se produce debido a las interacciones entre los huesos individuales del carpo, así como interacciones distales con las bases de los metacarpianos y en dirección proximal con la superficie articular distal de cubito y radio.

De esta manera Kilovatio memorizó la mano, considerada en su conjunto, como una articulación condílea, con movimientos de flexión, extensión, aducción, abducción y circunducción, mas no de rotación.

También se esforzó en entender la mano como una composición de múltiples articulaciones, caracterizadas por tener cada una su propio movimiento, a saber: La muñeca, los de flexión, extensión, abducción y aducción, y los dedos, los de flexión, extensión, abducción y aducción. El pulgar, además los de oposición y reposición. En un video proyectado en cámara lenta, Kilovatio pudo apreciar la gran cantidad de movimientos de la mano, y la autonomía de cada uno.

La inexistencia de una identidad pasiva entre las manos, a pesar de su parecido, fue también un concepto invocado en una de dichas sesiones, pues – explicó el instructor -, casi siempre una mano ejecuta funciones con más énfasis que la otra.

-Por poner un ejemplo – decía éste – la mano izquierda y la derecha no aprietan lo mismo, debido a un cierto estado de debilidad y baja autoestima de la primera, como consecuencia de su poco uso en hacer presión o en asir cosas. Además, casi siempre se la coteja con situaciones de dudoso origen y mala intención. Puedes observar – seguía diciendo el instructor – la pereza de la izquierda para actuar. Eso se debe a su poca confianza, y a que se deja manosear mucho de la derecha. ¿Has visto como suelen pararse algunas personas, uniendo sus manos a la altura de la ingle, y cómo la derecha está casi siempre sobre la izquierda? –preguntó el instructor a Kilovatio, y en vista de su silencio, continuó diciendo:

-En materia de narración oral, un tema tan relacionado con el público, es muy importante para el contador de historias saber que, para evitar ineficiencia en el manejo de las manos, y la prevalencia de una sobre la otra, debe hacer intercambios constantes de postura de manera que ambas experimenten la posición arriba abajo, por tiempos, y se habitúen a convivir sin disputar los espacios.

-Cada mano tiene su personalidad –explicó el instructor – sin embargo, una y otra pueden ponerse de acuerdo, por decirlo así, para actuar y sacar adelante un buen cuento.

Kilovatio seguía lelo, en silencio, intimidado con tanto descubrimiento.

-Y es cuando logra por igual el control de su izquierda y su derecha, cuando el contador de historias consigue ese equilibrio necesario para convencer, porque son las manos las que dan comienzo a toda historia – remató el instructor.

Después de esta breve explicación a Kilovatio le fue entregado, para volver hábil su mano izquierda, un adminículo conocido como agilizador, cuya utilidad es apoyar la práctica y el estudio de todas las técnicas de la guitarra española, para “volver diestra la izquierda”, fabricado de un material duro (de madera en este caso), con las medidas necesarias para poder estudiar o practicar arpegios, rasgueados, picados, ritmos, y demás técnicas. Este aparato tiene la característica de no emitir sonido cuando se pulsan las cuerdas, pues incorpora unos elementos absorbentes de vibraciones, ayudando de esta manera a facilitar el momento de la meditación, imprescindible para memorizar el movimiento.

-No puedes servirte de un mecanismo cuya estructura interna desconoces -le decía a Kilovatio el instructor, cuando advertía su desgano por el dispendioso aprendizaje teórico, pues él era muy diestro en aprender a partir de las experiencias, pero con poca disposición para memorizar datos.

-Si desconoces, por ejemplo, cómo el tendón del flexor carpi ulnaris envuelve al pisiforme –seguía hablando el instructor -, nunca podrás comprender sus ventajas biomecánicas como flexor de la muñeca y desviador cubital. ¿Entiendes ahora porqué es importante aprender la estructura de la mano?

Kilovatio apenas asentía. En ocasiones pensaba seriamente en fugarse de aquél lugar, en donde se sentía empequeñecido por la aparición frecuente de términos bastante extraños para su lenguaje, pero se lo impedían dos situaciones: la voz grave y atemorizadora del director, a quien aún no veía, pero imaginaba, y su deseo, cada vez más creciente de público, pues Kilovatio se iba quedando dormido por las noches, arrullado por videos en donde mostraban ejemplos de personas como él, que habían terminado cosechando muchos aplausos.

A media mañana escuchaba conferencias explicativas de la mano, tales como La mano y el aire, Una mano y la otra, Mente y mano, Palabra y mano, Mano sobre mano, etc, y después entraba en un pequeño salón de proyecciones donde veía la repetición de cada conferencia, en imágenes.

Kilovatio debió leer una investigación del gesto de la mano en el arte, a través de la cual hizo un recorrido sobre su variedad formal y simbólica desde las más antiguas culturas hasta las del siglo veinte. Una investigación a partir de la cual debía hacer el esfuerzo de entender mejor la capacidad expresiva de la mano, cuya multiplicidad gestual muestra los estados internos del hombre, sus sentimientos, emociones y actitudes. Fue obligado a entender que los gestos de la mano, como lenguaje no verbal común al hombre, aunque su manifestación está regida por el inconsciente,  pueden expresar los diversos afectos del ánimo  y evidencia la estrecha relación entre la mano y la mente, pues la mano expresa el pensamiento y el sentimiento del hombre, siendo capaz de reflejar la interioridad síquica.

-A volver conscientes los gestos de la mano es adonde debemos llegar en este proceso – enfatizó el instructor.

Kilovatio tardaba en salir del asombro ante tanto conocimiento viniendo a su encuentro en tumulto. Sentía admiración, sí, pero no a la manera de quien advierte cuánto hay por aprender, sino de quien descubre su carencia  absoluta  de saber y por ende se siente inferior. Sin embargo se esforzaba, porque su deseo de convertirse en un contador de historias profesional, crecía irremediablemente.

-Los gestos de la mano en el arte de la antigüedad clásica son muy narrativos y, en ocasiones, están influidos por la afectación propia del teatro griego –dijo una mañana uno de los conferencistas y Kilovatio, que seguía alimentado su vergüenza por su ignorancia, empezó a sufrir por el tiempo perdido y a reconocer entre sus compañeros de formación, su desconocimiento acerca de la antigüedad del mundo y de todo cuanto se había hecho antes de que él viniera a ocupar un espacio.

-A través de las manos las personas toman contacto con la dureza del pensamiento- dijo, otra vez otro conferencista, y Kilovatio se permitió un chiste, diciendo en voz alta: -y también con la dureza de la tierra-, refiriéndose a su anterior oficio de labrador. El conferencista alabó el apunte, diciendo:

-¿Ves cómo aprovechan estas sesiones en el centro de formación? Ya estas aprendiendo a hacer comparaciones, pero además estás aprendiendo a sacarle partido jocoso a las situaciones de la vida, algo en que un contador de historias debe convertirse en un experto si desea encantar al público.

Aquella fue una oportuna intervención del instructor, porque le sirvió a Kilovatio para tranquilizarse un poco y tomar con calma las etapas siguientes del proceso formativo, pues estaba a punto de claudicar.

Los ejercicios orientados a ajustar teoría con práctica se desarrollaban al promediar la tarde, cuando el sol empezaba a declinar, y consistían en una especie de trance durante el cual, a través de la meditación, el aspirante a contador de historias convertía en parte principal de su memoria cada movimiento de la mano. De esta manera, movimiento y pensamiento eran simultáneos, y era norma que ninguno debía anticiparse al otro si la intención era conseguir la coordinación perfecta. Si el alumno pensaba, por ejemplo, en una fuga manual con destino al cielo, era porque ya la mano iba en dicha dirección, pues de otra forma, es decir, pensar primero en el movimiento y luego empezar a ejecutarlo llevaba a la descoordinación y en consecuencia a la malformación del contador de historias.

A las cinco de la tarde de cada día, hora en punto, kilovatio debía acercarse a una mampara, detrás de la cual se encontraba, silencioso, el director del centro, e introducir sus manos a través de dos perforaciones para que éste las analizara, y dictaminara cuánto tiempo les faltaba para su purificación. En ese momento el director del centro decidía si el alumno podía entrar en una nueva etapa e iniciar la transformación de otra parte del cuerpo, fundamental en el arte de la narración oral.

 

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