Críticas de espectáculos

La Noche al desnudo

LA NOCHE AL DESNUDO/ Autor: Michael Weller/ Director: Pape Pérez/ Versión: Pape Pérez y María Luisa Luengo/ Intérpretes: Blanca Marsillach y Juan Meseguer./ CUANDO SÓLO QUEDA EL MIEDO/ El final de todas las historias de amor, quedan escritas con las letras del miedo… Pero, ¿cómo se escribe su inicio? “La noche al desnudo” es una historia de amor; de un amor que surge casi de forma poética, en las vidas de un hombre que desconoce ese sentimiento, hundido en el mundo incoloro de la rutina, y una mujer que busca algo más, mientras huye de su propio ser; mientras oculta algo que ella misma teme. Cuando ni tan siquiera la pasión ha empezado a envolver a los dos protagonistas, el miedo, sordo y cruel, extiende sus garras, convirtiendo sus vidas en una eterna espera… Pasan diez años. Una noche vuelven a encontrarse. Tal vez, la osadía de Adam (Juan Meseguer) ha provocado la cita. Nada ha cambiado… ¿Tal vez, sí? Él sigue unido a una mujer que no ama. Tiene un hijo al que le ha prometido el “no abandono”. Ella, Lindy (Blanca Marsillach), sigue atada a esa parte de sí misma que quiere ignorar, que odia y teme… Y a un marido al que no ama, aunque necesita. El miedo… Imperturbable, joven y enérgico… Sigue constituyendo el tercer vértice de un triángulo desgraciado y abocado al fracaso. Éste es el argumento de la obra de teatro escrita por Michael Weller; autor inglés que, envuelve y viste nuestra cartelera de una literatura enriquecedora y apasionante. Nos invita a mirar a través de las palabras, a asomarnos a través de su significado y extraer de la parte más oscura, la luz de una historia de amor que cada uno ha leído de un modo, que cada uno ha vivido de una forma… Que cada uno ha intentado olvidar y no ha conseguido. Pape Pérez ha dirigido esta puesta en escena, repleta de símbolos; marcada por el trabajo de dos actores que han de desnudarse en escena. Juan Meseguer nos comentaba que es una obra en la que los sentimientos han de fluir fácilmente; la sensibilidad ha de brotar con una sola mirada o una sola evocación. Son casi dos horas en las que los actores han de viajar mentalmente al ayer más remoto, al más próximo… Han de reencontrarse, han de vivir el desencuentro… Es un trabajo arduo y sólo solventado con pasión, entrega, sinceridad y una capacidad extraordinaria para sorprenderse cada tarde, en el momento en el que suena un teléfono, en el momento en el que la música alza su voz inoportunamente… En los momentos en los que el miedo impide el latido vívido del amor. “La noche al desnudo” es una magnífica obra de teatro, intimista, donde se aborda el argumento más complicado y polémico: El alma del ser humano; el miedo que nos atenaza y nos condena, que nos impide vivir, nos impide avanzar… Que nos impide adentrarnos en una aventura maravillosa como es la odisea del amor. Hemos hablado de Juan Meseguer, Adam en esta obra; nos ha emocionado enormemente su interpretación llena de autenticidad, llena de pasión, llena de impotencia en el momento en el que el miedo pierde su batalla, llena de ternura y valentía… En una actualidad en la que es el hombre quien aporta el miedo a una relación… Llena de verdad en el instante en el que se descubre capaz de dejarlo todo por Amor… En cambio, a Blanca Marsillach, Lindy, la encontramos forzada; en momentos artificiosa y sobreactuada. No dudamos de la pasión que ha heredado, de la magia que busca crear y transmitir, pero le falta tiempo a esta joven que, concienzudamente, se ha preparado para un oficio que no necesita tanto… O quizá necesita más. Hay que mirarse muy dentro, sin miedo a quedarnos desnudos, en una noche llena de oscuridad. Aunque estemos solos, con la única compañía del miedo, arma vital de un destino que nos mueve hacia una arbitraria dirección que no elegimos… ¿… O sí?

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