El giro hermenéutico

Las poderosas

En julio de 2011, la muerte de Facundo Cabral en Guatemala destapa la creciente violencia que desde los inicios del siglo XXI asola un país no asociado con un fenómeno que ahora, crece por razones de pobreza extrema y narcotráfico. 15 personas mueren a diario de forma violenta, mayoritariamente, por arma de fuego, en un país rural y campesino. El dramaturgo y director Marco Canale ha creado el grupo teatral Las poderosas conformado por mujeres que parten de su propia experiencia personal con la violencia familiar para compartir sus historias propias. Historias que nacieron hace años en el seno de una organización de la capital guatemalteca donde recibían terapia. Canale fue allí en busca de mujeres que quisieran participar en un documental llamado «Hoy puedo ser» sobre la violencia de género en Guatemala. Un fructífero encuentro, ahora llevado a la escena, donde estas mujeres se empoderan de su relato, donde se autointerpretan contando vidas propias, experiencias reales. Vidas que incluyen intentos de asesinatos, encierros, agresiones sexuales y todo tipo de humillaciones que podrían representar las vidas de otras muchas mujeres en el país. Lesbia Téllez señala cómo a medida que iban ensayando, las situaciones difíciles iban sanando; ahora son mujeres con recursos actorales que desean ampliar su mirada y su formación; personas que comparten su verdad permitiéndonos conocer las raíces de la violencia para compartir públicamente las estrategias para su erradicación. Las hemos conocido en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) y se presentarán el 4 de noviembre en la Casa de América de Madrid; el 6 en Mairena del Alcor (Sevilla), el 12 en Málaga y el 15 en Albacete.

«Corpos: Migraciones en la oscuridad» es una performance-instalación creada e interpretada por Violeta Luna (México), Rocío Solís (Nomad Teatro) y Mariana González (Dos Lunas Teatro). Una estructura de 9 instalaciones performativas definidas como arte-acción, articula el discurso acerca de la indefensión y consecuencias de la exclusión social de las mujeres en un contexto globalizado, en el que las personas son meros objetos de consumo; un mundo en el que la trata de personas, sobre todo, mujeres y niños, es un negocio de similar volumen al de la venta de armas y drogas. 18 personas entramos en las casamatas del Baluarte de la Candelaria y asistimos a un recorrido por los paisajes sórdidos del negocio del sexo y la explotación, la soledad y la cosificación. Un trabajo multidisciplinar con evocaciones sonoras, atmósferas sensoriales, imágenes simbólicas de invitan a repensar acerca de un tema muy presente pero quizá, alejado de nuestros cotidianos. Una mujer en lencería de lujo dentro de una caja de regalo: el público se asoma a verla. Una puerta entreabierta apunta la esquina de un colchón descuidado con paquetes de tabaco rotos; una escultura de ropa interior femenina; hileras de cuerdas atraviesan la habitación en las que cuelgan diversos instrumentos de tortura y prácticas quirúrgicas y abortivas; una mujer muerda una bolsa de sangre que mancha un vestido que queda en el piso después que la actriz que lo habitaba sale de él; la silueta en el suelo rodeada de velas encendidas habitada por una mujer que sale de ella y se asoma a una ventana; una stripper que baila desnuda ante nuestros ojos sobre un fondo proyectado que lanza algunas cuestiones sobre las que reflexionar. La sala de espera de cualquier situación de preocupación, alarma emocional o física: todas las expectativas abiertas. El viaje que concluye nos lanza la pregunta: ¿y tú?

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