Críticas de espectáculos

Los niños oscuros de Morelia / Albert Tola

 El pasado actuando siempre en el presente

 Los niños oscuros de Morelia de Albert Tola no es una obra histórica. La historia desconocida, escondida durante mucho tiempo, de la vida truncada de unos niños enviados durante la guerra civil al orfanato de Morelia en México en el que muchos murieron en en oscuras circunstancias, sirve a Albert Tola de metáfora para hablar de aquellas páginas oscuras de la guerra civil, del franquismo y también de la transición, todavía poco esclarecidas, que, como las heridas incurables, perduran en el tiempo transmitiéndose de generación en generación. Heridas que Albert Tola experimentó en su propia familia y que marcaron su infancia y su adolescencia.

En 1937, 456 niños, hijos de republicanos fueron enviados a México desde España en el vapor de bandera francesa Mexique, a petición del Comité iberoamericano de ayuda al pueblo español con sede en Barcelona.

El 27 de mayo el grupo de menores seleccionados para este viaje embarcaron en Burdeos rumbo a México adonde llegaron el 7 de junio 1937, siendo acogidos y alojados en la Escuela España-México en Morelia.

Durante décadas este episodio de la guerra civil y las oscuras circunstancias de la muerte de muchos de los pequeños exiliados permanecieron ocultos por razones políticas y diplomáticas.

Con el testimonio del único superviviente, Emeterio Paya Valera y después tras la publicación en 1985 de su libro Los niños españoles de Morelia, esta historia desconocida salió a la luz. Se realizó asimismo un documental sobre la figura del autor del libro Emeterio Paya Valera.

Este libro es la fuente principal de la obra de Albert Tola.

 

I – La memoria colectiva e individual entrelazadas.

En Los niños oscuros de Morelia, Albert Tola utiliza fragmentos de las historias de los niños, la lista de los muertos. También recurre) a estudios y documentos históricos y a la historia de su propia familia, sin dejar (sin embargo) en su obra ninguna huella biográfica.

Como un auténtico artista Albert Tola convierte la realidad en ficción teatral.

«En mi familia en aquella época – dice – había muchos hombres adolescentes muertos en los dos bandos. Esto también me atrajo en relación con los niños de Morelia. A través de esta imagen, como metáfora, quería hablar sobre la vida truncada de los adolescentes de mi familia y la de los adolescentes en general. Una de mis dos abuelas perdió después del primer bombardeo de Barcelona varios hijos y, en Madrid, los republicanos fusilaron a los hermanos de mi otra abuela que era franquista. Así que, cuando era pequeño, cada una me hablaba mal de la otra y del otro bando.

Yo crecí con esto. Mi obra es la metáfora de estas dos Españas.»

Hay varios temas que convergen y cristalizan en Los niños oscuros de Morelia en la metáfora de la historia de los adolescentes exiliados y muertos que Albert Tola aborda desde la memoria de aquella época y sobre todo desde el presente que sigue estigmatizado por las secuelas de la guerra civil y del franquismo, como una caja de Pandora siempre abierta.

 

II – La trampa del pasado.

La pulsión entre la vida y la muerte, presente en Los niños oscuros de Morelia, va más llá de la historia tratada en esta obra, abarcando también la problemática de las generaciones a las que se les ha truncado la adolescencia y se les ha quitado la esperanza.

«Formo parte de la primera generación, explica Albert Tola, que nació después del franquismo. Mirando el pasado entendemos mejor lo que pasa. Hemos conservado de aquella época las cosas que no estaban resueltas. En este sentido mi obra habla del presente. «

La mirada del niño sobre lo ocurrido y los acontecimientos que vivió y que se reviven en la obra en el presente, como un juego, es la mirada a este mismo pasado de la nueva generación de la transición con un pacto de silencio y muchas cosas ocultas.

«La nueva generación de la democracia ha nacido muerta con esta mochila que nos han dicho que no existe. Pero si, todavía está aquí. «

 

III – El aquí y ahora del teatro como espacio de la memoria.

La dramaturgia de Los niños oscuros de Morelia está construida como un juego teatral, lo que crea una distancia.

Los dos protagonistas, Pablo y Gracián, uno vivo y otro muerto, repasan diferentes momentos del viaje a Morelia, desde Barcelona embarque en el vapor francés en Burdeos y durante la travesía del Atlántico.

La forma de juego eminentemente teatral permite convocar al escenario a los muertos, es decir mantenerles en vida.

Dos actores hacen de los dos chicos, viajeros del vapor a México, Pablo, superviviente y Gracián, muerto, suicidado, ambos a través de sus juegos interpretando a diversos personajes, reviven diferentes situaciones que ocurrieron antes, de y durante este viaje.

Así el juego del error fatídico, el juego de seducir al cura, el juego del señorito exorcista, el juego del telón en el cielo, el juego del fusilamiento del padre, el juego del simulacro de hundimiento y el juego de lo que de verdad ocurrió.

Gracián, el muerto, personaje fuera del tiempo, cuenta lo sucedido en Morelia citando acontecimientos y circunstancias extrañas de la muerte de varios niños.

Albert Tola ha concebido su obra como un ritual. Los juegos transcurren en un círculo rodeado por flores y velas. Entrar en el juego es mantenerse en la vida.

«Es una ceremonia de suicidio en la que uno no lo había hecho y el otro había sabido dar el paso.»

Albert Tola coloca esta serie de juegos en el barco, a la vez lugar de viaje entre la vida y la muerte y la escena del teatro, como un espacio ritual.

Un espacio simbólico entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

«La memoria no cabe en el sitio real, no se puede representar sino a través del teatro como un puente entre los dos mundos además de un lugar donde sea posible la esperanza, como una tensión : ¿Llegaran a la tierra o no? ¿ Tendrán futuro ya sea posible o no? Las cosas podrían ser diferentes también. «

La ingenua mirada de los niños sobre los acontecimientos y situaciones que ocurren en su familia y en su entorno, su incomprensión y su percepción emocional del conflicto, de los fusilamientos, etc crean una distancia, una visión de la historia, libre de prejuicios y de tomas de partido.

Con el tema de la religión y el personaje del cura, del ritual con un circulo de flores y de velas encendidas, como en la Santería cubana, Albert Tola plantea algunas preguntas de carácter espiritual, como la diferencia entre la mística que es la conexión con el infinito y la religión que es un sistema de códigos, de leyes que organizan el mundo de modo determinado.

Con esta dimensión espiritual Albert Tola introduce una mirada más amplia sobre la guerra civil, lejos de la visión reductora y simplista del conflicto entre la España franquista y la España republicana.

 

IV – La tercera y oscura España.

 

El tema de la «tercera España» la invisible, la de quien no se habla, que era casi la mayoritaria y siempre perdedora, está inextricablemente ligado con el de los niños de Morelia y sobre todo con la memoria histórica.

«Esta tercera España de gente progresista incluso de izquierdas, más bien republicanos, pero que eran creyentes, o también católicos, que no estaban ni de un lado ni de otro. Además estaban los republicanos que creían en una república diferente. Es un espacio poco esclarecido de la guerra civil.

Quería escapar de la polaridad simplista de los buenos y de los malos y además recordar a esta gente que no era belicista y que se vio atrapada en la contradicción y el conflicto entre los dos bloques.

Varios escritores de fuera como Hemingway, Malraux u Orwell escribieron en aquella época sobre la España de los mártires. Pero los escritores de aquí no pudieron escribir sobre la guerra civil, algunos fueron a la cárcel o fueron protagonistas de la guerra de una manera u otra. Hay un aspecto personal, la falta de la objetividad y también la autocensura.»

La cuestión de la guerra civil sirve a Albert Tola también para hablar de sí mismo sin que se vea, de su infancia truncada por las repercusiones de la guerra.

«Con el boom económico de los años 80 – 90 había una atmósfera de como si todo esto no hubiera existido. Un silencio, una evasión. Creo que esto también me vincula mucho a la historia de los niños de Morelia y al tema de la memoria histórica. Más allá del tema de los niños de Morelia, es una obra sobre cómo no se nos contó la verdadera historia, para esconder problemas sociales, económicos y políticos que siguen afectándonos y que hacen que tengamos una cultura, una economía, una sociedad post franquista. Esto me afecta en mi vida.»

Irène Sadowska

 

 

El texto de Los niños oscuros de Morelia está publicado, junto a El niño fósil y a El último secreto de James Dean en la Colección del Teatro Astillero

Los niños oscuros de Morelia era estrenada el 11 de mayo de 2017 por Daniel Diaz (Compañía Maldita Vanidad) en el Teatro Jorge Eliecer Greitan en Bogotá.

En octubre 2017 se estrenará en el Teatro Julio Mario Santo Domingo en Bogotá.

 

 

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