Si lo crees lo creas

«Bah! Eso son cuentos chinos»

– Claro, tú te cree que Blade Runner, el Quinto Elemento, Lucy o Matrix son cuentos chinos ¿no? Vale, sí, en este caso americanos, pero ya sabemos que América… em… América no existe, son los padres.

Decir «eso son cuentos chinos» es más o menos lo mismo que decir: «Bah! Ni caso, eso es mentira muchá!» -o algo así. (*Expórtese la expresión endogámica a cada territorio)

En la Literatura mundial los cuentos chinos son de los más antiguos de la Historia y encierran en su interior una fuente de sabiduría inmensa, desterrada, por supuesto, de nuestra cultura occidental. #quécurioso

¿Por qué? «¡Aaaah, pregúntale a tu padre!»

¿Qué quiero decir con esto?

Imagínate que realmente vives en un espacio de «ciencia ficción», que lo que crees ver no existe y lo que existe no puedes verlo. Imagínate que llevamos siglos y siglos utilizando el cerebro «like an ass», (sí, «como un culo»), para soltar mierda, proyectar, inventar y experimentar ideas «falsas» que sirvieron en su momento y que ahora son absolutamente inservibles para el proceso evolutivo al que nos enfrentamos.

Imagíiiiiinatelo.

Imagínate que tu mente vive en un programa obsoleto, que el Steve Jobs la ha palmado y que vas a tener que ser tú la/el que se las «ingenie» con la instalación del nuevo software. Imagínate también que el 80% de las cosas que te dijeron de pequeña/o que eran mentira son verdad, y que el 90% de lo que te dijeron que era verdad es mentira.

Imagíiiiiiinatelo.

Y ahora imagina que esto también es verdad:

«Rechazas del otro lo que proyectas, por lo tanto no crees que forme parte de ti. Te excluyes a ti misma/o al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas. Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado de ti. Al hacer esto de manera inconsciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti misma/o y así te imaginas que te has puesto a salvo.»

(*véase «proyectar» como la acción de lanzar algo sobre otra cosa. En este caso, lanzas tu propia imagen sobre otra persona o cosa)

Suena a cuento chino, ¿eh?

Pues ahora escucha:

«¡Espabila! ¡Que nos vamos a morir! ¡Que ya es hora! ¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Que todo ese «cuento chino» de la unidad y el amor es verdad coño!

…y tú ahí, forjando la armadura de la nueva mazmorra para que no entre nadie.

¡Qué estamos todos dentro ya, que no hay nada más que tapiar!»

– me dije un día de repente, así como de sopetón.

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