El Hurgón

El forzado fin de la historia

Adonde el famoso cuento teórico del fin de la historia no logró cuajar, debido a que las condiciones sociales son de tanta contradicción, que la historia se resistió a desaparecer, porque la gente siguió hablando de ella con la esperanza de cambiar las condiciones sociales, la estrategia de quienes deciden cómo debe comportarse la sociedad, fue excluirla como asignatura del pensum escolar, y de paso debilitar la capacidad de explicación social de todas las disciplinas de estudio conexas con la misma, y de las actividades culturales que le pudieran servir de apoyo para darse a conocer socialmente como un vehículo capaz de hacer recordar el pasado, sin nostalgia.

Recordarán, que este cuento, levantado en contra de la historia, tratada entonces de ineficiente y de ser un elemento perturbador para el desarrollo, porque fomenta las ideologías, empezó a ser contado como un cuento de hadas liberadoras, que hizo parte de la estrategia de quienes pugnaban por globalizarlo todo, para hacerle perder vigencia a la integración y a las nacionalidades, pero, principalmente, para ayudar al ser humano a tranquilizar su consciencia por no sentirse parte de algo, y en consecuencia no tener interés analítico en el pasado, ni apremio por el futuro.

La ausencia de la asignatura de historia en las aulas es un asunto que en definitiva perjudica en mayor grado a aquellos países, tradicionalmente conocidos como del tercer mundo, y que luego de la misericordia verbal de la globalización, cuando empezaron a maquillar con nuevas denominaciones la realidad, para hacerla más digerible, fueron llamados países en vía de desarrollo, debido a que en estos países la historia patria tampoco es preservada por sus dirigentes, porque es un agobio para ellos cuidar algo sobre lo cual no van a tener palabras para responder al momento de ser consultados sobre su estado de salud, y prefieren por ello descartarla.

Con el cuento, bien echado, del fin de la historia, conceptos como los de nacionalidad, identidad, arraigo, cohesión, etc han sido fácilmente excluidos, para abrirle el camino a uno de los propósitos de la globalización cual es la uniformidad del pensamiento, y con lo cual han hecho posible debilitar la integridad de aquellas disciplinas artísticas que mantuvieron durante muchos años una relación estrecha con la historia, debido a que su objetivo principal era fomentar la discusión acerca de cómo debe ser el desarrollo social.

Con el cuento bien echado del fin de la historia han salido también de circulación conceptos como el de investigación, estudio, proceso, error, ensayo, conocimiento, experiencia, y demás conceptos relacionados con la búsqueda de saber y de explicación de cuanto ocurre, porque no hay tiempo para detenerse a pensar, y quienes antes hacían cosas, y anhelaban la trascendencia de las mismas, han terminado conciliando con lo momentáneo, a cambio de emociones que les ayude a olvidar el estorboso deseo de ser y de hacer, con el cual se afecta tanto la tranquilidad de conciencia.

El cuento bien echado del fin de la historia ha calado hondo en aquellos lugares en donde ésta siempre ha llegado como un artículo más de importación, mejor dicho, adonde no existe historia patria, porque todos sus procesos han sido sugeridos desde afuera.

Ahora, la historia alterna, que se había estado escribiendo con el arte, se ha estancado, porque muchos artistas terminaron, no solo aceptando el cuento del fin de la historia, sino compartiéndolo, distanciando su arte, cada vez más, del compromiso social.

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