Críticas de espectáculos

Hamlet / Companhia do Chapitô / 34 FIT de Cádiz

Jugar a jugar

El teatro, en sentido genuino, consiste en un juego de convencionalismos que, sin necesitar de un pacto previo, los intérpretes y el público aceptan en toda su extensión. Quienes actúan, la escenografía, y todos los elementos tanto sonoros como visuales poseen unos códigos expresivos que, en la mayoría de los casos, son aceptados y descodificados por el espectador medio. Los británicos utilizan el término “play” para hablar de teatro, jugar.

 

A partir del texto de William Shakespeare, la Companhia do Chapitô de Lisboa ha presentado ‘Hamlet’ en el 34 Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz. Ésta ha sido la 36ª creación colectiva de un tipo de teatro que responde a lo que en otros ámbitos se conoce como Denominación de Origen (D.O.). Tanto con los textos clásicos de ‘Electra’ y ‘Edipo’ –de más reciente reconocimiento–, como con ‘Macbeth’ y ‘La Tempestad’ de W. Shakespeare, la Compañía O Chapitô impregna a sus montajes de un tratamiento de excelencia peculiar.

Con el escenario absolutamente vacío, solo ellos y unos elementos tan comunes como un trapo –en ‘La Tempestad’ – o multitud de cucharillas de café –en ‘Electra’ –, los actores se multiplican en personajes y juegos atrapando al público por medio de la complicidad tácita. Ahora, en ‘Hamlet’ utilizan la corbata que llevan puesta para construir una ametralladora, un bastón… y el gesto, la expresión corporal.

Vamos a ver, la historia que se cuenta en ‘Hamlet’ es de sobra conocida: el rey Claudio ha sido asesinado con la complicidad de la Reina que se casará con su cuñado, pero el príncipe Hamlet sospecha del complot y pretende vengar la muerte de su padre. Lo que sucedo con la propuesta de Chapitô es que, solo con la palabra y con unas acciones maravillosamente calculadas, crean un espacio y un tiempo mentales múltiples y unívocos a la vez.

En cuanto al espacio, las acciones se desarrollan en un rascacielos del gran Centro de Negocios. En el sótano, se ubica el Archivo donde se realizará el funeral del difunto; en la Sala Noble del edificio tendrá lugar la ceremonia del matrimonio de la viuda; y la toma de posesión del nuevo Rey se realizará en el Pent-house de la planta superior.

Es decir, todo el espacio consiste en un constructo mental donde se juega con una puerta giratoria de entrada al edificio, un ascensor por donde se accede a las diversas plantas del edifico que se adivina enorme, un espacio indefinido a modo de gran salón, y un supuesto sótano donde se procede a dar sepultura al Rey en su ataúd.

Y en cuanto a los tiempos, da la sensación de que todo transcurre casi a la misma hora, todo sucede en el mismo día. Es decir, el ritmo escénico resulta trepidante, alocado, con extrema celeridad.

No obstante, dos apuntes más. Uno, el dinamismo escénico se ve incrementado por la repetición de las escenas, pero desde otros puntos de vista como si se tratase de una cámara cinematográfica que realiza varias tomas de la misma escena desde diferentes posiciones. Una de las más evidentes es la introducción del cadáver en el ataúd que lo realizan los cuatro intérpretes de frente al público y luego dando la espalda a la sala. Otro tanto sucede con las escenas de las corbatas / rifles y teléfonos, con el baile da la boda…

El otro apunte hay que referirlo al cambio de personaje por uno y otro intérprete. Es decir, cada actor no tiene un personaje asignado como fijo y, a su vez, un mismo personaje puede ser asumido por uno y otro actor o actriz.

A estas acciones, la puesta en escena está plagada de detalles, a veces sutilmente insinuados, como apretar un interruptor o un simple saludo, y otras veces más evidentes como hacer el sonido y el gesto del viento, interpretar las aspas del helicóptero, el motorista Laertes, realizar una partida de billar donde los actores son las bolas que rebotan en las bandas y topan unas bolas con otras; en fin, los intérpretes asumen tanto a los personajes como se convierten en narradores que hacen un ejercicio meta teatral.

Con todo, en este ‘Hamlet’ de Chapitô hay un gran trabajo creativo y de imaginación. Aparte del dinamismo marcado por los juegos que se suceden sin solución de continuidad, la puesta en escena muestra el enorme talento escénico de los componentes de esta compañía portuguesa. La pieza transcurre como si en un patio de recreo escolar, los niños jugaran a jugar intercambiando roles y acciones con una perfecta compenetración.

Por supuesto, la comicidad está asegurada debido tanto a la excelente expresión corporal como a la ilación de situaciones a modo de viñetas de un descomunal cómic. Un juego y otro, y otro más, aunque hay muchos aspectos o detalles escénicos que se llegan a perder por la sutileza y por la rapidez en su ejecución, la obra se sigue con facilidad y se disfruta con verdadero placer. Ah, y apenas se percibe la célebre frase “Ser o no ser”. Ahí está la fuerza y el encanto del juego de jugar.

Manuel Sesma Sanz

Espectáculo: Hamlet. Creación colectiva: Companhia do Chapitô. Interpretación: Jorge Cruz, Susana Nunes, Patricia Úbeda / Ramón de Los Santos y Tiago Viegas. Iluminación: José Carlos García y Paulo Cunha. Vestuario: Teresa Machado. Dirección: José Carlos García, Cláudia Nóvoa y Tiago Viegas. Compañía do Chapitô. Sala Gran Teatro Falla de Cádiz. 34 Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz.

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