Y no es coña

Nariz roja

No puedo entender como mi admirado Mag Lari, en un programa de radio, para descalificar a un enmascarado mago televisivo que tuvo un programa de éxito mundial por dedicarse a descubrir los trucos de otros magos, diga de manera volcánica. «no por favor, no me compares; ese es un payaso». Ese señor no es un payaso, puede ser un impostor, un falso mago, cualquier otra cosa, pero hemos llegado a utilizar la palabra payaso como un insulto recurrente, y eso es una aberración, algo que no se debe permitir, porque el payaso es un símbolo universal de las artes escénicas y no solamente circenses

Este desliz de Mag Lari llega en unas semanas en las que tras las elecciones italianas, las declaraciones reaccionarias de Toni Cantó, una intervención en el Senado del ministro Montoro acusando a los actores de supuesta evasión de impuestos, nos ha colocado ante la necesidad de reclamar respeto por la cultura, por toda la actividad creativa, y los payasos son parte de la cultura, y el tener que recordarlo me produce dolor.

Veamos, El señor Montoro dijo en el Senado, con ese desparpajo que le caracteriza que había actores que no pagaban impuestos en España. Y desde un escaño de la oposición se le gritó: «supongo que se refiere al payaso Bárcenas». ¿Se puede ser más inoportuno y despreciar más a todo el mundo de la cultura desde las filas de IU? ¿Por qué no le dijo tesorero, senador, conservador, político, militante, evasor, imputado, ministro, facha y tantos otros insultos de mucho mayor repudio popular? No, le tuvo que decir payaso con énfasis, sin darse cuenta que eso arrastra una censura a todo el mundo del espectáculo, que hiere en la parte más sensible de unos personajes que son entrañables, que han ido formando un mundo de ilusiones y desastres emocionantes que nos llevan a la conmiseración.

Respecto a lo de los resultados electorales italianos, lo de Beppe Grillo se ha utilizado hasta la saciedad en el mismo sentido. Se nos esconde que este hombre no se presentaba, sino que lidera un movimiento popular. Y que es cómico, sí, como tantos otros que han llegado hasta a presidir la mayor potencia de la tierra en estos siglos. Y si miramos al reparto italiano, es bastante más patético esa figura del que llamaban los propios italianos, Rigor Monti, o acaso Il Cavalleri no ha dado muestras de ser sujeto que ha dado muestras de ser un impresentable, por sus imputaciones y actitudes machistas y antidemocráticas. Pues, no, se fijaban en «el payaso» del movimiento cinco estrellas.

Y eso, aquí, con la desgracia para todos de que Toni Cantó se muestre cada día más ultra, menos sensible, más un politiquillo de pacotilla aferrado al cargo. Que un anuncio con un payaso se convierta en un gran truco emocional y nos dediquemos a decir qué buen anuncio, qué emocionante, ya que se quiere confundir, aprovechar todos esos sentimientos subconscientes que en todos nos despiertan los payasos, aunque sea para vender chacinería con nariz roja, o que tengamos una referencia sobre el propio modelo de payaso con otro anuncio de un detergente que se ha instalado como el tópico.

Sí se ha maltratado la figura del payaso. Ahora que tenemos al imperial Cirque du Soleil lanzando sus mensajes, con sus payasos, que entiendan todos, especialmente los políticos, los propios actores, las personajes de la cultura, y la universidad, que utilizar payaso como insulto, es un insulto. Se insultan ellos mismos. Defendamos a pos payasos, que son cómicos, que son actores y que además se ha convertido en una diana de la extrema derecha española, con sus comentarios, sus insultos y sus subidas del IVA. Yo llevaré sempre mi nariz roja. O de goma, o de plástico o por ingesta de vino. Y brindo por todos los Payasos que me han hecho reír o llorar en carpas, salones, teatros o plazas. Más quisiera yo que llegarles a la suela de sus zapatones.

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