Y no es coña

Un compromiso con el teatro

Ando de mudanzas físicas. Trasladar cajas de libros, papeles, parte de eso que cuesta tanto considerar como necesario para guardar, volver a montar estanterías y recolocar eso que durante una vida se ha ido acumulando forma parte de un ritual que algunos llevamos ya incrustado en nuestra mismidad dadas las veces que lo hemos hecho. Guardar papeles, coyunturales. Tengo una caja llena de entradas a teatros. No sé con qué sentido las guardo. Ya he renunciado a llenar más cajas. Como de programas de mano, entre otras cosas porque cada vez tienen menos valor. Otra caja está llena de tarjetas de plástico de identificación de los eventos a donde acudo. Es intermitente. Hay años que las guardo, otros que por algún motivo, en un limpieza las tiro.

Repasara esas cajas, mirar esos libros, colocarlos ordenadamente me ayuda a reconstruir mi propia memoria. Y es cierto que he ido dando libros. Ya expliqué que me quedaba solamente con los que son de teatro, los de política y ensayos sociales, y algunas novelas que forman parte de mi manera de entender el mundo. Y los papeles los selecciono. Me pongo plazos. Cajas que arrumbo para otra ocasión, pero como por arte de magia, me ha quedado sobre el escritorio un pequeño documento fechado en abril de 1995, con el título de este artículo y que lo firma nada menos que José María Aznar.

Señalan que es un discurso pronunciado con motivo de la presentación de los libros, «Reflexiones en torno a una política teatral» de Eduardo Galván y «Los teatros de Madrid 1982-1994» de Moisés Pérez Coterillo. La publicación está editada por la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) el lugar donde teóricamente se cocinan las ideas fuerza del PP, así como algunas de sus estrategias y programas.

Lo primero que hay que remarcar gratamente es que en 1995 tuviera el PP un política teatral y para ello hubieran realizado reflexiones con personas del sector de todas las ideologías. Es cierto, el primer mandato de Aznar, el teatro, la cultura en general no sufrió demasiados arañazos. De tal manera que hoy que estamos en pleno proceso electoral, en campaña, sería bueno comparar los programas para saber qué nos ofrecen en materia de artes escénicas los partidos en celo. Les copio algunas de las cosas dichas en ese discurso y plasmadas en un documento por José María Aznar, hoy en día presidente de honor del Partido Popular:

«Cuando se habla de ‘crisis del teatro’, no se puede ignorar que se tarta, sobre todo, de una crisis del valor de la palabra, de un mal momento, esperemos que pasajero, del diálogo del hombre consigo mismo. A mi juicio, en toda preocupación por el valor de la cultura –y no otra cosa puede ser lo que hemos dado en llamar ‘política cultural’– el análisis de los problemas del teatro debe ocupar un lugar central». Página 5

«El debate sobre el papel del Estado –y por extensión de los poderes públicos– en la cultura sigue abierto y seguirá, como lo ha estado siempre. En la pugna entre liberalismo e intervencionismo, mi posición es clara, desde esta misma opción liberal afirmo con nitidez que el Estado tiene unas obligaciones irrenunciables en defensa de la cultura, precisamente porque las tiene en la defensa de la libertad y el bienestar de los ciudadanos». Página 7

«Hace falta, por tanto, una actuación decidida a favor del teatro, porque es preciso –más allá de la discusión sobre cómo hacerlo– que la Administración vele por la preservación y el fomento de los valores culturales que nos permiten vivir con libertad, con dignidad, con ambición y con decencia. Y todo ello puede y debe hacerse sin ningún afán ni de control ni de tutela, porque una política teatral que practique el intervencionismo difícilmente podría conjugarse con el respeto a la libertad y con el derecho de los ciudadanos a elegir libremente el tipo de espectáculos que conecta con su sensibilidad e intereses, con la imagen que quieren de sí mismos. En una sociedad libre se debe disponer de espacios que permitan la creación, producción y exhibición de espectáculos teatrales sin depender del ‘visto bueno’ de los responsables políticos. Página 11.

No sigo, de verdad me he emocionado. Estos párrafos definen una idea que cualquiera puede firmar. Lo malo es recordar qué hicieron o qué han hecho, o siguen haciendo los mismos que antes decían estas cosas. Por lo tanto, los discursos y los programas pueden ser muy bonitos, pero los planes, el presupuesto, los cambios precisos para que se lleven a cabo es lo que no encontramos en los programas de estas elecciones. Vaya, ni siquiera estas bellas palabras y conceptos. Estoy con el lacrimal excitado.

Voy a seguir abriendo cajas. Igual encuentro el programa de las políticas teatrales del Partido Comunista Italiano de los años setenta del pasado siglo, que me puede emocionar todavía un poco más. Hemos perdido demasiadas cosas en los últimos tiempos. Y yo apuesto por un auténtico compromiso con el Teatro.

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