Un cerebro compartido

Butaca vs. pantalla

Hace un par de días asistí a un recital de voz y piano. Sabía que dispondría de la grabación al día siguiente en YouTube pero aun así decidí acercarme al auditorio y asistir en persona. Lo hice por dos motivos, por un lado, conocía tanto a la pianista como al tenor, y por otro, tenía curiosidad por saber si el programa me impactaría más al oírlo en directo que al verlo en el ordenador. La respuesta la tenía clara, pero como curioso que soy necesitaba experimentarla. Por supuesto, pasa igual con el teatro, una función que a duras penas habría visto a través de la pantalla se convierte en directo en una experiencia que va más allá. Desde una perspectiva basada en la teoría de la cognición 4E y las neurociencias, podemos entender por qué la experiencia de un espectáculo en directo es más enriquecedora y es que, se sabe que la cognición del espectador emerge de la interacción entre el cerebro, el cuerpo y el entorno, eso dice la cognición 4E, ya tratada en estas columnas.

En el contexto de un espectáculo en vivo, esta interacción es fundamental. Al estar presentes físicamente en el espacio del auditorio o el teatro, nuestro cerebro está constantemente procesando un torrente de estímulos sensoriales que va más allá de la trama o la música: las luces, los sonidos, los movimientos de los actores, la presencia de otros espectadores, e incluso el olor del lugar. Todos esto contribuye a la percepción del evento y enriquece la experiencia receptora de manera holística.

Además, la presencia física en un espacio teatral activa los sistemas sensoriomotores, algo que no ocurre si me siento en casa a ver YouTube. El cerebro está constantemente recibiendo retroalimentación sensorial de mi cuerpo y del entorno, lo que me permite sentirme más inmerso en la acción y más conectado con lo que está sucediendo en el escenario. Esta conexión entre la percepción sensorial y la acción motora es fundamental para la comprensión y apreciación del espectáculo en vivo. El proceso es sencillo, si la sensación atraviesa un umbral (personal en cada receptor), se convierte en percepción, y esta desencadena una serie de procesos neuroquímicos que involucran la liberación de neurotransmisores en diferentes áreas del cerebro que generan bienestar. Por ejemplo, un umbral superado en un espectáculo en directo que a duras penas se dispara en otro entorno que no sea el directo, provoca la activación del glutamato, asociado a la percepción sensorial, la memoria y el aprendizaje. Pasa igual con la dopamina, conocido componente del sistema de recompensa cerebral y generador de placer, bienestar y felicidad. La serotonina, neurotransmisor involucrado en la regulación del estado de ánimo, también contribuye a una sensación general de satisfacción en un espectáculo en vivo.

Por otro lado, las neurociencias muestran un cerebro altamente adaptado para procesar y dar sentido a la información en tiempo real. Cuando estamos en un espectáculo en vivo, el cerebro está constantemente anticipando eventos futuros, ajustando la atención y la percepción de acuerdo con los cambios en la acción y el ritmo del evento. Esta capacidad de procesamiento en tiempo real permite experimentar el espectáculo de una manera más dinámica y participativa, ya que estamos constantemente involucrados en la creación activa de significado a medida que el evento se desarrolla.

Además, la presencia física en un espacio en directo permite experimentar una sensación de comunidad y conexión interpersonal que no se puede replicar a través de una pantalla. El acto de compartir una experiencia en vivo con otros espectadores crea un sentido de pertenencia que enriquece la experiencia y nos conecta más profundamente con el evento y con los demás.

Y aun así, la sala estaba casi vacía. No hay que engañarse, no se trata de ser don Quijotes contra los molinos del avance tecnológico que da acceso a propuestas culturales sin salir de casa, se trata de redirigir la atención a la calidad de la experiencia receptora de esas propuestas para entender que si se quiere algo transformador, significante, siempre será mejor la butaca que la pantalla.

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