Críticas de espectáculos

Confessione

CONFESSIONE.

Sala Mirador.
Basado en “Le Confessione” de León Tolstoi.
Adaptación Teatral: Ricardo Sottili y Franco Di Francescantonio.
Traducción del ruso y dirección: Ricardo Sottili.
Intérprete: Franco Di Francescantonio.

LA LUCIDEZ DE LA BÚSQUEDA.

“La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón” L. Tolstoi

El autor ruso contaba con tan sólo 19 años, cuando anotó en su diario una pregunta que lo acompañaría a lo largo de toda su existencia: “¿Cuál es el sentido de la vida del hombre?”
De familia acomodada, de costumbres arraigadas y conservadoras, en medio de una sociedad convulsa, cambiante y hambrienta de justicia; el joven escritor, rápido y decidido, rompe la dualidad que atenazaba su alma e inquietaba su espíritu. Entendiendo el cristianismo como una fe profunda, de alto contenido moral, desciende a la realidad, a la duda incesante, al sendero abrasador e hiriente, al camino compartido y plural; dejando atrás o, sencillamente “arriba”, su origen, sus primeros afectos y unos títulos tan innecesarios como castrantes… Desciende a la realidad, buscando su vida…
De esta búsqueda incesante, surge “Le Confessione”. De las preguntas sin respuesta, de las razones sin alma y del alma sustentada en múltiples razones contrapuestas… De una sociedad inhóspita, de una humanidad hueca, adocenada y conformista… Emerge, vital y robusta, la rebeldía de Tolstoi; emergen sus preguntas: “¿Para qué… Y Después…?”
Quizá esta vida no sea más que un sueño. Quizá de este sueño no seamos los protagonistas y un inmenso “todo” nos reduzca como partículas diminutas, sin voluntad ni decisión… ¿Para qué? Tal vez, este sueño se vista de pesadilla, de infinitas palabras, teorías, números y términos ininteligibles… Cuando la bondad, no se encierra en ningún libro… ¿Para qué? Tal vez, creemos ser dueños de la vida; quizá por ello, creemos que ésta debe tener un porqué, una razón y un fin… Aunque, realmente, pretendemos olvidar nuestra minúscula existencia, sintiéndonos dueños de un significado que sólo puede darnos la vida… Si quiere…
La única respuesta que acierta a hallar el autor ruso es La Bondad… La Bondad en sí misma, por sí misma y a pesar de las burlas y el menosprecio de una sociedad que avanza, despiadada, a su propia destrucción…
“No puedo vivir sin saber lo que soy y por qué existo y, sin embargo, no logro saberlo, lo que es lo mismo que no vivir.”
Esta negación ha atraído fuertemente al gran actor Franco Di Francescantonio, intérprete de este monólogo… De esta reflexión común y colectiva. De esta confesión.
En su primera visita a la capital de España, el actor italiano nos ha entregado el sueño de Tolstoi; el legado de un hombre en crisis… De un hombre despierto, diría yo. Bajo la pulcra dirección de Ricardo Sottili y en un absoluto recogimiento, Di Francescantonio nos hace partícipes de nuestras propias dudas. Nos invita a caminar a través de un sendero tan desconocido como quebradizo y nos conmueve ante la respuesta originaria, muda, silenciosa e indefensa… La Bondad. La creencia firme en un ser humano que duda de su propia humanidad.
Franco Di Francescantonio habla con los ojos, con las manos, con el alma. No son las palabras de Tolstoi, las que respiran en la Sala Mirador, durante la hora y diez minutos que dura el espectáculo. Son las palabras del ser humano que sueña estar despierto, mientras busca la realidad en una horrible pesadilla… Que ha dibujado él mismo en su ignorancia, pereza, avaricia y prepotencia. El autor ruso descubrió finalmente que las respuestas juegan, con el ser humano, al escondite. Tolstoi, aprendió que el ser humano pierde siempre en ese juego… En este sueño…
El atormentado escritor, aprendió que se “ES” mientras se vive, o mientras se sueña… Para ello tuvo que luchar contra todas las palabras, contra todas las teorías, contra todas las ciencias que, sin decir nada, repartían un rostro luminoso y brillante… Consolador, del desconsuelo…
Sottili y Francescantonio han plasmado de forma magistral, ese final. Esta conclusión generosa y vital.
El actor se abraza firmemente a la vida. Cierra de un golpe todas las teorías engañosas y mediocres… Y camina. Y vive. Y sueña. Y, finalmente, despierta. Y Es… En una respuesta unánime que no se ha de comprender, que no se ha de entender… Tal vez, porque, no sólo lo que sabemos, sino todo lo que SOMOS, nos es dado por el CORAZÓN.

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