Fuimos espectadores del origen y no lo supimos
En marzo del 2021 murió el actor guatemalteco Herbert Meneses que decía sobre el teatro: “el teatro tiene que ver con el cambio en la conciencia del ser humano, pero no un cambio dirigido hacia un paquete de pensamientos, sino el cambio hacia un pensamiento más amplio”
Empecé a recorrer mentalmente su imagen y sus trazas en mi. Su genuino interés por compartir sus conocimientos sin egoísmos y sin pretensiones de poder, su constante reflexionar y preguntarse sobre cómo él había recibido de Seki Sano y este a su vez directamente de Stanislavsky, una metodología de trabajo que es la base de la actuación, y que año tras año, durante toda su carrera, durante toda su vida, se dedicó a entender, a oficiar y más tarde a compartir, solo cuando sintió que ya era el momento de hacerlo, de ofrecer a otrxs la experiencia de los conocimientos porque no se trataba de replicar formas, sino de dejarse atravesar por la experiencia y, desde ahí, el compartir, el aprender desde ambas vías.
Fuimos espectadores, espectadores pasivos porque poco nos dimos a la tarea de activar el cuerpo frente a sus reflexiones, a sus ejemplos, a sus experiencias y a sus palabras. Muchxs quizás fueron poco astutos al considerar aburrida su transmisión de conocimiento, porque les parecía poco activo entender el método desde el ejemplo, desde la conversación, desde el ejercicio mismo de la improvisación, quizás porque, sumergidos en las diversas formas y “nuevas” corrientes teatrales, se tenía ansia por hacer, por mover el cuerpo de otras formas, por estar urgentemente en los escenarios, por querer experimentar. Y se olvidaba que para poder llegar a ese punto, primero se debía entender las bases, los cimientos de lo que ahora sucede, ese primer registro que se hizo del trabajo del actor en escena. Porque fue a partir de ahí que se permitió el debate, el cuestionamiento, la reflexión y las otras formas de abordarse, fue a partir de ahí que los siguientes teóricos y pensadores han podido trazar otras posibles rutas a través de diversas técnicas y principios, pero siempre buscando un mismo objetivo; la verdad.
Fue una especie de origen para el teatro en Guatemala, si hablamos de un teatro bajo las corrientes occidentales claramente. No fue el único en recibir la formación con Seki Sano, pero sí fue el único que dedicó su vida a entender esa práctica, a tomar y sedimentar en su cuerpo los conocimientos y planteamientos de Konstantin Stanislavsky a través de Seki Sano.
Creo que muy tarde nos dimos cuenta del valor que tuvimos frente a nostrxs, que tuvimos como docente, como compañero de escena.
Por eso creo que no lo supimos. No supimos lo que representaba, no supimos valorar sus años de conocimientos, quizás porque muy poco estamos acostumbrados a una figura real del “maestrx”, porque aquí cualquiera lo es, cualquier se toma la tarea, con mucho valor y poca vergüenza, de poder enseñar.
Meneses creía que el método era la ruta más honesta para el oficio del actor y la actriz. Así fue como se interesó por el teatro cuando inició su carrera, y así terminó también, sumergido en pensamientos y reflexiones sobre el oficio de la interpretación. Murió sin el reconocimiento de su carrera y de sus aportes, quizás porque políticamente no hizo lo que esperaban que hiciera en su tiempo, porque sus búsquedas estaban encaminadas hacia otros territorios que posiblemente no incidían de manera explícita o directa en lo que acontecía en aquellos momentos de guerra, quizás por eso. Y por eso creo que no hay gremio en Guatemala, no donde quepan todos y todas, no donde cada uno y cada una se sienta a salvo y no violentado. Hay pequeños círculos del teatro nada más,segmentados, esparcidos y distantes.
Creo que nos compete darnos a la tarea de reconocer los pocos verdaderos maestrxs que existieron, que existen y que poco o bastante, han dejado semillas germinando en nosotros o en las nuevas generaciones para que avance el teatro, para que se cuestione y para que se construya y/o re-construya.
Quizás no se trata de ofrecerles palabras lindas públicamente o llevar flores o levantar monumentos. Me parece que se trata de traer al presente sus palabras, sus enseñanzas y a partir de ahí, hacer que siga vivo, porque nadie muere cuando deja en otros cuerpos un legado de pensamientos y de posibles formas de vivir y entender el teatro y la vida. Vale la pena re leer la historia, reconocer lo trabajado y avanzar hacia el futuro. Avanzar con la mirada no solo hacia adelante, sino también hacia atrás, hacia los lados, hacia la periferia, hacia los rincones, hacia las raíces con las que podemos reconectar. Porque tal vez ahí en esos rincones o en esos otros espacios no priviligiados están aquellxs otrxs que están hilando la historia.
Herbert Meneses, tal vez no fue un ejemplo de lucha política y de activismo, quizás su teatro nunca fue considerado contestatario, pero es un ejemplo de ser humano y un ejemplo de disciplina, compromiso y dedicación, de respeto al oficio y de respeto hacia lxs otrxs respecto a la formación. Y aún desde la muerte, nos deja, más que con certezas, con preguntas para seguir avanzando, para seguir ampliando el pensamiento.