Incendiaria en combustión

La ley de la inercia

Desplazarse y no moverse es peligroso. Alguien se desplaza en una cinta transportadora. Se desplaza pero no se mueve. Al final se para. Al final, la cinta separa. La persona cae de bruces. Se parte la boca. Se parte los dientes. Se muerde la lengua con los dientes rotos. La persona se pone de pie y espera.

«A espera leva à esperança. A esperança à ilusão. A ilusão à inércia. A inércia ao embrutecimento. O embrutecimento à morte. Estão mortos, vocês?» Leo este fragmento de «Padam Padam», del dramaturgo Jose Maria Vieira Mendes, que debo introducir para el último número del año de la Revista Galega de Teatro. Leo este texto y me asaltan las preguntas y los pensamientos sobre una inercia que nos conduce a la ceguera, a la desaparición y, por supuesto, a la catástrofe.

La catástrofe es el eje central de este «Padam Padam» escenificado ya por la compañía Teatro Praga -que felizmente vuelve a cruzarse en esta andadura incendiaria-. En «Padam Padam», las ideas fluyen y se suceden vertiginosamente; los porta-voces del texto (Cláudia, Patrícia, André, Pedro y Marcello) saltan sin miramientos la numeración lógica de las escenas; saltan de una identidad a otra y se saltan cualquier disposición lineal llenando su viaje centrífugo de máximas y reflexiones tan agudas como certeras. La familia, la crisis, el cambio, la resistencia, el aislamiento…son conceptos que emergen y se vuelven a sumergir en este magma textual convulsivo que toca la realidad sociopolítica en la que nos movemos.

Junto con la idea de catástrofe, en mi lectura de «Padam Padam» la idea del héroe ocupa también una posición destacada. «Miséria, destruição, cadáveres queimados, sangue espalhado, tristeza, só desgraças. Estamos presos nesta casa e ficamos à espera que o herói nos bata à porta», dice Pedro. Y la pregunta que aparece es: ¿Cómo es el héroe contemporáneo? ¿Cómo es la heroína contemporánea? ¿Qué valores representan si viven en una cultura que pierde sus valores?

Christopher Vogler en su libro «El viaje del héroe» señala que la historia del héroe siempre es un viaje. Así, el viaje de la heroína o del héroe comienza en un mundo inicial y pasa por diferentes etapas (entre las que se encuentra la llamada de la aventura, el rechazo del desafío, el encuentro con el mentor, las pruebas, la batalla o la resurrección) hasta que se produce el regreso al mundo ordinario con el premio. ¿Cuál es el viaje de la heroína o del héroe contemporáneo? Sería mi segunda pregunta. Tal vez un no-viaje, tal vez un viaje solo de ida y sin premio, tal vez un viaje de autoconsciencia inmóvil…

La ley de la inercia es la primera Ley de Newton. En ella, el físico, enunciaba que «todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas sobre él». Detectar la inercia. Aplicar la fuerza y esperar la reacción. Es la tarea que les quedaría a los héroes y a las heroínas de lo contemporáneo. Héroes y heroínas ausentes, en desposesión, impotentes y conscientes de que nadie va a llamar a su puerta para salvarlos porque ellos mismos -nosotros mismos- tampoco se van a mover para llamar a ninguna puerta para salvar a nadie.

Héroes y heroínas de la inercia y de lo inerte. Que continúan con vida para ver su propia ausencia. Que se mantienen con vida para saber que son la catástrofe de la que habla Vieira Mendes. Porque «o herói não pode apagar o fogo. O herói não pode deter as águas. O herói não pode segurar o edifício. O herói não pode destruir o meteorito. (…) O herói refugiou-se no campo. Isolou-se, juntou-se aos animais. Criou a sua comunidade. Encontrou-se com a natureza. O herói virou as costas à família, ao país e à humanidade. O herói está bem e recomenda-se. E a catástrofe vai começar».

Cosas de la inercia hasta que abandonemos la cinta transportadora.

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