Críticas de espectáculos

Reglas, usos y costumbres en la sociedad moderna/Jean-Luc Lagarce/Tantarantana

Sonata ácrona


Obra: Reglas, usos y costumbres en la sociedad moderna – Autor: Jean-Luc Lagarce – Traducción: Fernando Gómez Grande – Intérprete: Lina Lambert –  Espacio escénico, vestuario e iluminación: Roger Orra. Espacio sonoro: Lucas Ariel Vallejos – Dirección: Roberto Romei – Producción: Compañía Tantarantana Teatre -Sala Cuarta Pared hasta el 8 de diciembre.

Si asistimos a un concierto de piano con obras de F. Chopin, F. Liszt, C. Franck, G. Fauré –los cuatro nacieron en el siglo XIX– o de cualquier otro compositor de sonatas y nocturnos, hay una gran probabilidad de que quedemos encantados por su belleza armónica y formal. Por el contrario, hay que ser un melómano empedernido, instruido y casi excéntrico para saborear con placer una pieza de música culta de un compositor vivo. Con las artes plásticas nos sucede otro tanto. Lo contemporáneo, decimos, no lo entendemos. Vaya, quizá esté generalizando con excesiva simplificación.

La reflexión precedente viene al caso porque a los autores dramáticos contemporáneos casi les exigimos que sus obras tengan actualidad en el contenido, que nos pongan en el disparadero de la catarsis. Idéntica actitud demandamos a los directores de escena con sus propuestas, incluso en una obra clásica. Es decir, aceptamos que cada época tenga su ética y estética afín.

En «Reglas , usos y costumbres en la sociedad moderna» de Jean-Luc Lagarce (1957-1995) se enumera toda una retahíla de normas para la convivencia social. No es cuestión de lo que antes llamábamos urbanidad, sino todo un tratado de conductas que el autor –nótese que prácticamente falleció «anteayer»– pone negro sobre blanco para provocar.

Lagarce es contrario a todas esas reglas. Murió con apenas 38 años siendo seropositivo. Entonces, en este texto «Reglas, usos y costumbres…» lo que hace es ironizar hasta poner en ridículo ciertas normas que estaban bien vistas por la burguesía del siglo XIX. El autor contrasta las «costumbres en la sociedad moderna» con la licencia de vivir en natural libertad. El personaje dice: «…la vida en general, es una larga sucesión de cosas que hay que regular (…) y sería propio de imbéciles dejarse desbordar por futilidades accesorias como son los sentimientos.» Ironía, pura burla que hoy nos hace sonreír.

La compañía catalana Tantarantana Teatre ha realizado una pulcra, limpia y exquisita puesta en escena bajo la dirección de Roberto Romei. La delicadeza de la escena, la preciosidad del vestuario y la excelente iluminación de Roger Orra evocan una gran caja de música donde, al abrirla, la bailarina gira con gracia mecánica. Le acompaña una música que tintinea en un mundo feliz.

Por supuesto, la magnífica interpretación de Lina Lambert no tiene nada que ver con el mecanicismo de una caja de música. Por el contrario, la actriz aporta gran parte de la dulzura y del encanto armonioso que convierte a la pieza en una sonata fina y sutil.

Manuel Sesma Sanz

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