Críticas de espectáculos

20 de Noviembre/Lars Norén/Rayuela

Aullidos desde el callejón

Quizá la sociedad occidental altamente evolucionada padezca una enfermedad más grave de lo que suponemos. No es ni el cáncer ni el sida, sino una enfermedad social para hacernos atar.

20 de noviembre de Lars Norén parte de un hecho real que tuvo lugar en el colegio de Emsdetten, Alemania, en 2006. Sebastian Bosse hirió a 37 personas y luego se suicidó. El autor describe la crónica del suceso centrada en la mente del individuo violento quien pretende justificar su actuación.

En sentido estricto, da la sensación de que la pieza es una apología de la violencia, de la agresión a los demás, un canto al suicidio. El protagonista realiza una serie de razonamientos tan contundentes que parecen abocados a la destrucción. «Se entiende por normal lo que la sociedad espera de nosotros». Es decir, Sebastian Bosse se siente marginado porque él no es del montón. A continuación expresa «Todo el mundo debe ser libre», y sigue pensando que «la escolaridad obligatoria nos normaliza a todos». La locura o la lógica del pensamiento conduce al protagonista al aislamiento, a la soledad.

La acción transcurre en una escuela secundaria, entre un grupo de adolescentes que se debaten en la confusión: las ganas de escapar para liberarse, el deseo de sobrevivir en la normalidad, la rebeldía, la sumisión, el liderazgo, el juego social, la realidad. La historia que describe el autor no es mera especulación literaria; los medios de comunicación recogen cada vez con más frecuencia hechos similares que suceden en países con una sociedad muy evolucionada. La pieza viene a ser una crónica de la realidad social.

Desde esta perspectiva, la obra aporta ciertas reflexiones. ¿Estamos ante un síntoma evolutivo o de involución de la humanidad? ¿El desarrollo de la civilización nos está llevando a la animalización del ser humano? ¿Hasta qué punto la normalización educativa nos reprime la libertad individual? ¿El odio a la gente, a todo lo que existe, es un síntoma o una conclusión?

El texto de Lars Norén aporta un relato pero lleva implícito una metáfora acerca del primitivismo del ser humano, de la animalidad. En cierto modo, plantea el instinto de autodefensa cuando la persona se siente acorralada, sin salida. Es el lobo que aúlla antes de morir.

La compañía castellana Rayuela ha realizado una puesta en escena dinámica en cuanto a las acciones pero basada en el texto tanto hablado como gráfico. Podría decirse que lo principal del montaje está en la palabra, lo que dice, lo que piensa, lo que siente el personaje con respecto a sí mismo y a los demás. En la palabra están los razonamientos, las motivaciones, los principios ideológicos, las apologías, la violencia –muchos tacos– y todas las descargas de agresividad. El texto, quizá encierre todo un catálogo conceptual e identitario de buena parte de la privilegiada juventud occidental.

No obstante, la puesta en escena aporta elementos significativos que dibujan un panorama escolar oscuro y marginal. Las proyecciones con las expresiones tipo graffiti son esenciales para significar todo ese universo suburbano de tribu juvenil. El espacio parece estar definido a modo de aula –mesas y sillas de tipo escolar– desordenada, con cinco encerados flexibles colgados donde los escolares escriben, juegan y se esconden. La cuarta pared no existe dando al público un protagonismo de seres libres y racionales capaces de juzgar al personaje, sus reacciones y su situación.

Nina Reglero, directora del montaje ha construido un espectáculo intenso en lo dramático y clásico en lo estético. Se ha centrado en el personaje de Sebastian Bosse como héroe de la épica historia que desarrolla. Junto a él, hay un coro de adolescentes –todos encapuchados con prendas juveniles– que deambulan, vagan por la escena. Hay algunos intentos de huída pero son reprimidos por el resto de compañeros. La manada no permite la deserción. El juego escénico resulta absolutamente verosímil casi auténtico ya que los jóvenes están en edad escolar en su mayoría y no son profesionales de la interpretación.

Entre los jóvenes destaca Bosse interpretado por Raúl Escudero que asume el papel de líder o de disidente dispuesto a llevarse por delante todo lo que se oponga a su independencia, a su odio –»odio a todos», dice– comprimido y apunto de explotar. Bosse/Escudero se mueve, se agita como un lobo herido. Aunque a veces la manada le calma, incluso por la fuerza, él se rebulle y toma energías de su propia enfermedad. Escudero/Bosse plantea su personaje con inteligencia para razonar un discurso coherente y con el coraje para mantener la tensión sin hacer concesiones durante más de una hora. Raúl Escudero canta con rabia, grita la soledad del personaje en una gradación ascendente sin desfallecer.

En 20 de noviembre Rayuela no sólo ha realizado un excelente espectáculo teatral, sino que pone sobre la palestra uno de los problemas clave de la juventud: la inadaptación.

Manuel Sesma Sanz

Espectáculo: 20 de noviembre. Autor: Lars Norén. Traducción: Jean Pierre Castellani. Dramaturgia: Nina Reglero. Reparto: Raúl Escudero, Álvaro Rodríguez, Alejandro Pérez, Miguel Ramírez, Miguel las Heras, Gonzalo Martínez, Gabriel González, Víctor Villazán, y Santiago Blanco. Escenografía: Carlos Nuevo. Iluminación: José Montero. Sonido: Nina Reglero. Videocreación: Carlos Nuevo. Dirección: Nina Reglero. Compañía Rayuela. Teatro LAVA, Sala Concha Velasco de Valladolid, 27 y 28 de enero y sesiones escolares hasta el 9 de febrero.

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