Y no es coña

Un vacío que es una inspiración

Desde que se conoció la muerte de Peter Brook con noventa y siete años, la comunidad teatrera mundial no ha dejado de mostrar sus condolencias. Es lógico. Para la inmensa mayoría la lectura de sus libros y la visión de algunos de sus espectáculos forman parte de nuestra auténtica formación, la que nos proporcionó no solamente recursos técnicos, sino filosóficos, éticos, una comprensión del oficio desde las entrañas con proyección universal. Una manera de describir un arte popular convertido en una forma de entender el mundo y a la Humanidad.
Muchos han declarado que esta defunción le ha provocado l necesidad de releer a Brook. Para muchos debería servir para leer a Brook, porque si su obra fundamental es “El espacio vacío”, su obra teórica es tan intensa y extensa, que existe muchos lugares donde encontrar una guía, una luz, una pista para comprender con profundidad lo que es esencialmente el teatro. Porque ver sus obras magistrales en vídeo es una solución paliativa, que nunca conseguirá las emociones de todas esas creaciones que ocasionaban en los espectadores una hemorragia de sensibilidad escénica, de belleza, de tiempo y espacio reducidos a lo imprescindible para hacer de la sencillez lo absoluto.
Por eso hay que comprender que la buena manera de entender que el descanso de sir Peter Brook es una manera de seguir siendo, el volver a repasar algunos de sus conceptos básicos para reconfortarse, para comprobar si andamos muy despistados, si el casi siglo de vida de Brook debe entenderse de una manera más exquisita en términos de maestría, de legado universal, puede ser el mayor consuelo ante esta pérdida. Todo lo que nos dejó escrito tiene validez si se contextualiza. Y nos da razones para querer nuestro oficio, arte, profesión más allá de lo contingente. Nos ha dejado un vacío que es una auténtica inspiración.
Por eso, hoy me recojo en mi mismo, busco en los anaqueles de mi biblioteca esos libros que en su momento fueron el maná, la transfusión de ideas para remontar la situación asfixiante política, cultural y teatral que nos rodeaba a finales de los años sesenta. Un dato biográfico, Ramón Gil Novales, el primer traductor de Brook, era una dramaturgo con obra estrena, “Guadaña al resucitado” dirigida por Ricard Salvat. Nada más. Quiero señalar que actualmente en los escenarios cuesta encontrar huellas de Brook. Y eso no es un buen signo.
¡Peter Brook Vive!

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